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El libro “El regreso del camaradaRicardo Flores Magón”, de Claudio Lomnitz, habla de los mexicanos exiliados que llegaron a Texas en 1904 y que comenzaron a fraguar sus planes revolucionarios. Tuve la oportunidad de presentar esta obra en la Feria Internacional del Libro de Arteaga 2016. El magonismo (o liberalismo) fue el primer movimiento social que contó con un programa y una ideología revolucionaria coherentes. Este libro es la integración de un conjunto de biografías múltiples, entrelazadas, de los miembros liberales del Partido Liberal Mexicano (PLM), que lucharon unos en México y otros desde EUA. No es una biografía de Ricardo. Integra las biografías de la vasta red de liberales. Es el relato colectivo de un movimiento social. Es la historia de la red liberal. Muchos de ellos pertenecieron a la generación de 1892, la generación excluida del poder.

El historiador Knigth hace una audaz observación en relación con la marginalidad del PLM. Dado que el PLM había dejado de ser un actor político importante en México desde 1908, no se puede decir, sostiene Lomnitz, que fue una de las raíces de la Revolución. El PLM más que un partido fue un movimiento, y más que un movimiento fue una corriente ética. El “partido” no era más que un débil movimiento social, compuesto por organizaciones locales autónomas que giraban alrededor de una serie de efímeras publicaciones periódicas.

Este libro nos muestra que el radicalismo revolucionario se generó a partir de una red que interactuaba con otras redes, no a partir de un ideólogo o de un líder. Lomnitz ubica en perspectiva la historia de Ricardo, nos habla de la colectividad que lo convirtió en lo que fue, nos presenta al líder a través de las relaciones con sus amigos y enemigos, colaboradores y detractores.  Y responde las siguientes preguntas: ¿Quiénes eran estos hombres? ¿Qué educación tenían? ¿Cómo podían excluirse del prejuicio general contra los mexicanos que dominaban entonces en la opinión estadounidense?

Los anarquistas eran hombres y mujeres disciplinados, capaces de apretarse el cinturón y ahorrar en una forma que haría ruborizar al propio Benjamin Franklin. El militante liberal lo daba todo y por ello se podía desilusionar de que este o aquel camarada fuera débil, holgazán o no digno de confianza. Los liberales se fueron radicalizando: el motivo central de la rebelión  era la opresión económica. El control de los gobiernos regionales y estatales y del federal no les importaba como tal. Ello fue un gran error. A pesar de la febril actividad, del entusiasmo y del optimismo de esos días de revolución, los liberales no lo percibieron. La situación en México ya no se correspondía con la estrategia política de los liberales.

Lomnitz sostiene que, en cambio, otro movimiento social, enfocado sobre todo en los derechos políticos y en el voto, había logrado articular una organización mucho más amplia, mejor comunicada y por ende más efectiva. Bajo el liderazgo deFrancisco I. Madero, el Partido Antirreeleccionista había construido una red nacional de clubes políticos. Aún más, para 1910, Madero era mejor conocido y tenía más presencia entre la gente que los miembros del PLM. Madero y sus colaboradores pasaban largas horas haciendo contactos, escribiendo y respondiendo cartas y enfrentándose a la prensa. Flores Magón, en cambio, estaba  encarcelado en Florence, Arizona. Madero entendió lo que se les había escapado a los liberales: la importancia de la lucha democrática sobre todo la disputa por los puestos políticos de poder, de la presidencia para abajo. Ricardo Flores Magón, pues, no entendió la coyuntura. Y Madero, ya en el poder, actuó para aplastar cualquier movimiento revolucionario que no estuviera bajo sus órdenes y ni siquiera vaciló en usar al mismo gobierno estadounidense para lograrlo.

Aunque repetidamente llamaba a la guerra, Ricardo tenía su prioridad en el compromiso con el socialismo y con una revolución social, por eso no sería candidato político en una elección burguesa. Y no regresaría como revolucionario por que le daba prioridad a su función de guía ideológico. Ricardo tomó la discutible decisión de permanecer en California dirigiendo Regeneración, en vez de irse a México y participar directamente en la lucha armada. Murió a las cuatro y media de la mañana del 21 de noviembre de 1922. “Murió por la Anarquía”.