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Su Fundación no es una estratagema fiscal. Tampoco un escaparate para ocupar las portadas de las revistas de sociales. Realmente, cree que puede ser un factor de cambio. Por ello traja en serio, en mangas de camisa, por las causas sociales. Sus programas, además, no desperdician una gota de la capacidad, ingenio y experiencia que ha obtenido en los negocios.

Hablamos de Bill Gates, el hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada por la revista “Forbes” en más de 80 mil millones de dólares. Un tipo más bien sencillo y agradable, cuya supremacía económica, lejos de llenarlo de arrogancia, lo compromete y motiva a buscar soluciones integrales para combatir la pobreza en el mundo.

Confieso que cuando escuché su última propuesta, presentada hace algunas semanas, mi primera reacción fue de incredulidad y escepticismo. ¿Crianza de pollos como remedio a la pobreza? Mis dudas comenzaban desde la capacitación y el financiamiento del proyecto, y concluían con mecánica de aplicación vacunas y la comercialización de las aves.

Conforme me adentré en su propuesta, mis inquietudes fueron saciadas. Basta un ingreso de 2 dólares diarios para adquirir 11 pollas y un gallo en un mes, suficientes para iniciar el proyecto. La alianza estratégica con la asociación “Heifer International” permitirá entregar 100 mil aves en paquetes de arranque, junto con la capacitación adecuada y las vacunas necesarias. Todo esto en la África Subsahariana, lugar con altos índices de pobreza alimentaria.

Las aves encuentran por si mismas su propia comida. Ponen huevos todos los días y en pocas semanas alcanzan su madurez física. Pueden ser vendidas, intercambiadas o utilizarse como alimento para la familia,  incrementando dramáticamente su ingreso en el corto plazo. Nada de esperar todo un año, como sucede con la agricultura. “Los pollos se multiplican exponencialmente; no existe ninguna otra inversión que tenga los porcentajes de retorno similares a la crianza de pollos”, nos comparte Gates.

Ser productor de huevo y pollo no es sencillo. Hace poco, avicultores mexicanos sacrificaron millones de aves por un brote de influenza aviar, desbalanceando el mercado. Las complicaciones logísticas para transportar el frágil huevo y los requerimientos de cadena de frío para manejar el pollo en canal, son más que evidentes. Sin embargo, estos riesgos y problemas desaparecen en el caso de la pequeña producción, porque es aislada y básicamente para al autoconsumo.

Además, si muchas personas en circunstancia de pobreza de un país se pusieran a criar pollos, los precios de este producto y sus derivados tenderían a bajar, generando una externalidad positiva para el resto de la población al incrementar su nivel de ingresos, vía reducción de precios de la canasta básica.

Después de todo, no es mala la idea de Gates. Incluso, puede ser aplicada en México y secundada por alguna fundación nacional.

Cuestión de voluntad, pollos… y muchos huevos. Literalmente.