El vino siempre ha sido una bebida controversial. Unos, mediante loas y versos, exaltan sus cualidades de socialización y camaradería; otros, con lúgubres presagios, exponen los riesgos de su abuso. Aunque con sus azúcares el vino tinto puede empeorar la terrible dolencia de la gota, la mayoría de los especialistas coincide en que tomar una copa diaria reduce los riesgos de infarto, ayuda a controlar el sobrepeso y el colesterol, combate el cáncer y evita infecciones. 
En nuestro país el potencial vitivinícola es enorme. Aunque el consumo de vino en México ha crecido anualmente a una tasa extraordinaria del 8% en el último lustro, la ingesta promedio por habitante es de ¾ de litro, muy bajo comparado con los 20 litros que beben los españoles, los 37 de los italianos o los 48 de los franceses. 
En México sólo consume vino el 2% de la población, esto es unos 2.5 millones de personas. El crecimiento en ventas, de dos dígitos, sugiere un mayor gusto del consumidor nacional por vinos mejores y más caros. Sin embargo, y a pesar de estas señales del mercado, la producción nacional apenas satisface la tercera parte de su demanda.
Nuestro país no sólo cuenta con la primera bodega vitivinícola del Continente, localizada en Parras de la Fuente, Coahuila, en lo que ahora es Casa Madero, sino con más de 600 premios internacionales otorgados a nuestro vino, que nos colocan por encima de la media mundial. 
Falta de crédito accesible, déficit en la infraestructura de los valles vitivinícolas, escasa cooperación entre los participantes de la industria y competencia desleal de otros países, son los principales obstáculos al sector.
El Congreso de la Unión ya cocina una importante iniciativa para promover la industria, y la Financiara Nacional de Desarrollo, un programa a la medida para financiar proyectos de esta naturaleza. Con esto, estaremos generando grandes inversiones y miles de empleos en estados como Baja California, Coahuila, Nuevo León y Guanajuato.
Todos los excesos son malos. Aprendamos a disfrutar de una copa diaria de buen vino mexicano, conscientes que así contribuimos a cuidar nuestra salud y la de nuestro campo.
¡Salud!