Por: Sergio Arévalo

Una amiga tenía un marido que era periodista, de aquellos que necesitan tener lápiz y papel en

todo momento para plasmar lo que veía, sentía o le relataban. Un día el periódico para el que

trabajaba decidió pasarlo a policiaca por falta de personal (algo común en esa área), el aceptó el

reto sin imaginar la cara del mundo que todavía no conocía, llena de información “sanguijuela” de

esa que de conocer tanto te absorbe, te pones más flaco y no es por falta de comida es por sobra

de preocupaciones, no por uno sino por los otros.

Escribir, no es cualquier cosa. Los escritores lo dicen pero son pocos los que realmente entienden

el mensaje. Comparten a través de líneas lo que vivieron o quieren vivir, lo que les platicaron o

escucharon “sin querer” en alguna ocasión. Algunos cuentan momentos rosas, otros narran lo que

jamás hubieran querido vivir y entienden que esa es su realidad.

De acuerdo con la Fiscalía para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión

(FEADLE), se registraron del 2010-2016 789 denuncias por agresiones contra periodistas, de las

cuales 47 fueron asesinato. Y de las cuales la FEADLE informó que solo 107 han dado como

resultado que el presunto agresor fuera consignado ante un juez. Esto es solo uno de cada 10,

mientras que los otros continúan impunes.

Es increíble que en un país donde sus gobernantes se jactan de ser casi casi mejor nana cuidando

a los ciudadanos que la propia Mary Poppins, sea la misma nación donde en el 2014 ocupaba el

séptimo lugar a nivel mundial y el primero en Latinoamérica, de 13países donde periodistas son

asesinados y los homicidas o autores intelectuales no han sido capturados, de acuerdo con el

índice Global de Impunidad realizado por el comité para la Protección de los Periodistas.

En Colombia la sociedad exigió la clausura de la programación de Caracol Televisión al contar con

producciones como el “Cartel de los Sapos” donde aparentemente promovían al crimen

organizado como algo “padre” en el que se podía trabajar. En México y parte de Latinoamérica la

serie “El Señor de los cielos” fue considerado un producto televisivo promotor para que los

ciudadanos se involucraran en el crimen debido a la “gran vida” que se dan los involucrados en el

crimen organizado. Un tema del cual se derivan muchas preguntas como ¿qué es lo que estamos

fomentando a través de la televisión? ¿en qué momento el crimen es un producto mediático?

El esposo de mi amiga estuvo muchos meses bajo una pista, necesitaba corroborar los informes

que le daban sus fuentes sobre sucesos de corrupción de ciertos políticos con el crimen

organizado. Un día se fue a desayunar con un amigo, y nunca regresó hasta dos meses después

que encontraron el cuerpo. Su esposa dentro del sufrimiento reconoce que su esposo murió

haciendo lo que más le gustaba “comer y escribir”.

Escribir es un arte, en la que lamentablemente en ocasiones en lugar de tinta se riega sangre. Ya

no más.