Las nuevas PyMEs
Por: Luis Lara.

Caro ―mi amiga que vende bolsos afuera del colegio― nos presentó a una emprendedora, cuando escuché su historia me quedó claro que emprender se lleva en la sangre y en ocasiones se potencia con eventos que están fuera de nuestro alcance. Sofi es una jovencita de apenas 22 años, ella se hace cargo de la casa en donde vive con su mamá y su hermana menor, quien estudia la universidad con ayuda de uno de sus tíos desde que su papá enfermó de cáncer y falleció hace un año.

―Mamá no trabaja, busca trabajo rogado a Dios no encontrarlo, ella recibe cada mes la pensión de mi padre y con eso se ayuda, pero no hace nada todo el día, después de la muerte de papá yo también me puse así durante seis meses, no quería salir de mi casa, andaba en mi pijama todo el día ―Sofi interrumpió su narración para atender un cliente que se acercó a ver su mercancía.

―Como ya eres mi súper cliente, si te llevas dos de esas mascadas te las voy a dejar en $150.00 ―el cliente le pagó.

―Puse fin a lo de estar sin hacer nada un día que estaba pensando en mi papá ―continuó su historia―, él cuando enfermó se compró una silla de ruedas para ir a trabajar, con ese ejemplo, pensé qué me quedaba por hacer en la vida. Papá nos hizo prometer que siempre íbamos a estar juntas mi hermana y yo, desde pequeñas nos decía cuando que después de los papás, los hermanos son nuestra fortaleza, así que más vale que estemos juntas. ¿Sabes?  a mi edad la gente piensa divertirse, en ir al antro, en tener novio ―dice sonrojándose―, yo, en cambio, me preocupo por vender para pagar, todo lo tengo aquí anotado ―me muestra su teléfono celular inteligente desde donde según ella controla todo―. Te voy a recomendar esta app en la que regulas tu presupuesto; ¿sabes? yo no me puedo pasar del mío, cada mes trabajo para cubrir estos gastos, justo cuando los alcanzo y los pago ―dice reflejando en su cara refleja una leve ilusión―, llega el otro mes ―dice con desilusión.

Sofi cambia la conversación cuando percibe que está a punto de realizar una venta.

―¡Amiga! ¿Ya viste estos aretes cristalinos? los hace una señora en México ―grita a una persona que se acerca a ver su mercancía― a mí no me gustan los productos chinos, prefiero lo que hacen en México, fíjate muy bien, dentro del cristal traen una pequeña pluma.

―No quiero estar en el buró de crédito, porque todos los servicios están a mi nombre, entonces debo pagarlos todos para seguir siendo una persona que le presten dinero ―continuó su plática conmigo después de despedir a su clienta―. El otro día me di cuenta que llevaba tres días a base de agua y café por estar trabajando en las traducciones, hay lujos que en estos momentos no me puedo dar.

―Lo que no te guste te lo cambio, siempre te daré un buen servicio, qué bueno que me llamaste y me comentaste lo del broche del collar que te había vendido ―le dijo a otra clienta, mientras le cambiaba la mercancía.

―¿Que cómo empecé? ―continúa su plática conmigo― Con un poco de dinero compré esta mercancía y de ahí voy sacando para mis gastos, hago traducciones, soy chef, soy maestra de inglés, vendo mascadas, aretes y collares, lo único que no vendo es mi alma al diablo, porque no me gusta sentirme atada, amo ser libre, que me dejen hacer lo que quiero y no voy a trabajar para nadie. Cuando mi papá enfermó no teníamos seguro de gastos médicos mayores y fuimos vendiendo lo que teníamos, vendimos cinco coches, nos quedamos con uno, mismo que choqué contra un auto estacionado el día de mi graduación, ese día iba muy desconcentrada, estaba muy triste porque  todos mis compañeros iban acompañados de sus seres queridos y yo iba a mi graduación sola, mi hermana trabajaba para ayudarme y no recuerdo por qué no pudo ir mi mamá.

Después de escuchar su historia decidí animarla, le platiqué que cuando mi abuela enviudó tenía 35 años y seis hijos, apenas sabía leer, ella mantenía a su familia con su trabajo de costurera, cuando alguien le decía que no tenía dinero les contestaba: «No es que no lo tengas, es que aún no lo has conseguido», me despedí de Sofi quien sonreía al reflexionar sobre la vida de mi abuela. Hoy te comparto su historia para que juntos pensemos en la serie de oportunidades que cada situación nos presenta.

Nos leemos la próxima semana en Emprende seguro, mientras anoten en su agenda que el 17 de noviembre se realizará la presentación de mi libro Cambiando vidas, espero verlos ahí.

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