¿Lealtad o estancamiento? Cuando la fidelidad se convierte en una jaula

Por Fer Ruiz

Nos enseñaron que ser leales es una virtud. Que mantenerse firme con alguien —a pesar del tiempo, la distancia o los cambios— habla bien de nosotros. Y sí, en muchos casos, la lealtad construye. Pero, ¿qué pasa cuando esa lealtad se convierte en una carga? ¿En una especie de deuda emocional que seguimos pagando aunque la otra parte ya no esté interesada?

Porque muchas veces confundimos ser leales con no movernos. Con quedarnos esperando que regrese una versión del pasado que ya no existe. Que esa amistad, esa pareja, esa familia que algún día fue cálida, presente, recíproca, vuelva a serlo si aguantamos lo suficiente. Si seguimos estando ahí. Si no nos atrevemos a mirar hacia otro lado.

El problema es que hay personas que ya no están para ti, aunque sigan presentes en tus redes o en tus recuerdos. Personas que te piden fidelidad emocional, pero no te corresponden con presencia, apoyo ni afecto real. Gente que te exige lealtad solo para asegurarse de que tú sigas ahí… aunque ellos ya se hayan ido hace mucho.

Y tú, por aferrarte a la idea de que eres una persona leal, dejas pasar oportunidades. Dices que no a experiencias, proyectos, amistades nuevas o incluso relaciones sanas, todo por seguir comprometido con alguien que ni siquiera voltea a verte. Por no “fallarle” a quien ya te falló al dejar de estar.

A veces, el verdadero acto de amor propio es dejar de sostener lo que solo tú estás cargando.

Esto no se trata de ser desleal. Se trata de reconocer en qué momento una relación dejó de nutrirte, y en qué momento tú empezaste a sacrificar tu crecimiento por la ilusión de una conexión que ya no existe. Hay vínculos que viven solo en la nostalgia. Que siguen doliendo no por lo que son hoy, sino por lo que fueron.

Es momento de evaluar:
¿Quiénes siguen presentes en tu vida, de verdad? ¿Quiénes están ahí no solo para pedirte lealtad, sino para verte crecer, para impulsarte, para tenderte la mano si hace falta?

Y, sobre todo:
¿Qué tanto te estás traicionando a ti mismo por no “traicionar” a alguien más?

No es egoísta avanzar. No es cruel abrirte a nuevas personas o experiencias. No estás haciendo nada malo si eliges lo que hoy te suma. Lo que te hace bien. Lo que te hace libre.

La verdadera lealtad empieza contigo.

Por Liz Salas