Ya no hay agua para nuevas concesiones. El acuífero presenta un déficit superior al 45% entre lo que se extrae y lo que naturalmente se recarga.
Saltillo, Coahuila. — El acuífero que abastece a las zonas urbanas, agrícolas e industriales de Saltillo y Ramos Arizpe ha sido declarado oficialmente como incapaz de sostener nuevas extracciones de agua, según el estudio más reciente de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), publicado en 2024.
La investigación, titulada “Actualización de la disponibilidad media anual de agua en el acuífero de Saltillo–Ramos Arizpe”, advierte que el desequilibrio entre extracción y recarga hídrica ha alcanzado un nivel insostenible. En sus conclusiones, el informe establece que no existe volumen disponible para otorgar nuevas concesiones de uso, aprovechamiento o explotación de agua subterránea. Por el contrario, el déficit anual asciende a 54.9 millones de metros cúbicos.
Desde la década de 1970, distintos estudios advertían sobre la sobreexplotación progresiva del acuífero. Sin embargo, el crecimiento urbano, el desarrollo industrial —especialmente en el sector automotriz y de manufactura avanzada— y la demanda agrícola han elevado el consumo a niveles críticos. Hoy se reportan niveles de abatimiento de hasta 15 metros en zonas urbanas, una señal directa de agotamiento del recurso.
Datos que revelan la gravedad
Con corte al 30 de diciembre de 2022, el volumen total extraído del acuífero fue de 120.8 hectómetros cúbicos (hm³), según el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA). Esta cifra considera tanto el agua concesionada como los 2.7 hm³ correspondientes a descargas comprometidas. En contraste, las recargas naturales promedio son de apenas 65.9 hm³ anuales, generando un déficit de 45.5%.
Implicaciones legales y ambientales
La Ley de Aguas Nacionales establece que Conagua debe publicar en el Diario Oficial de la Federación (DOF) la disponibilidad del agua nacional. Cuando esta es negativa, queda prohibida la emisión de nuevas concesiones para evitar colapsos ecológicos y sociales.
Este escenario no solo amenaza el crecimiento urbano, sino que anticipa tensiones futuras sobre el acceso al agua, tanto para el consumo humano como para actividades productivas.