
Bangkok, 20 abr (EFE).- El Ejército birmano volvió a bombardear este jueves la localidad de la región noroccidental de Sagaing que atacó el pasado 11 de abril, dejando entonces al menos 168 muertos, entre ellos 40 menores, sin que se sepa por el momento si hay nuevas víctimas.
«La aldea está en llamas. La gente está muy asustada», aseguró hoy a EFE un portavoz del Gobierno de Unidad Nacional (NUG, por sus siglas en inglés), que se autoproclama la autoridad legítima de Birmania y que fue el objeto del ataque de la semana pasada.
Por su parte, medios independientes birmanos afirman que la zona está poco poblada tras el bombardeo del día 11, que generó la huida de más de 5.000 vecinos de siete localidades de la zona, entre ellas Pazigyi (que tiene 3.800 habitantes), el pueblo atacado por aviones militares hoy y el 11 de abril.
Entonces, aviones y helicópteros de la junta militar bombardearon la inauguración de una oficina del NUG en dicha localidad de Sagaing, uno de los principales bastiones rebeldes de Birmania, dejando al menos 168 muertos, el ataque más sangriento del que se tiene constancia desde el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021.
Por otro lado, los militares destruyeron un hospital fundado por Japón en la región de Magwe, limítrofe con Sagaing, el martes, matando a un adolescente de 15 años y secuestrando a quince personas, entre ellas médicos del centro, según el medio The Irrawaddy.
Los ataques confirman la escalada de violencia de un Ejército conocido por sus atrocidades y acusado por la ONU de crímenes de lesa humanidad contra la minoría rohinyá, en línea con las recientes arengas del líder de la junta, Min Aung Hlaing, del pasado 27 de marzo, cuando advirtió que «aplacará con firmeza» a la resistencia.
El general puso el foco en el NUG, formado primero en parte por exdiputados del Legislativo civil derrocado, y en las fuerzas para la defensa del pueblo (PDF), su brazo armado, nutridas sobre todo de jóvenes y que han ido ganando terreno al Ejército (Tatmadaw) desde la asonada.
La ONU denunció en marzo que más de 3.000 civiles han sido asesinados, 1,3 millones han tenido que abandonar sus hogares y 16.000 se han convertido en presos políticos desde el golpe, entre ellos la líder de facto del Gobierno civil derrocado, Aung San Suu Kyi, poniendo fin a una década de transición democrática y sumiendo al país en una espiral de violencia y semianarquía.
Fuente: EFE
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