La secretaría de nunca jamás.
Cuentan las malas lenguas, que allá por los años donde gobernaba el Profesor Oscar Flores Tapia, se llevó a cabo una selección “más a huevo que queriendo” como se dice vulgarmente; respecto de la posición de asesor general del poder ejecutivo.
Don Oscar, congruente con su recio carácter, termina aceptando de mala gana el consejo de quienes promovieron dicha posición, a lo cual, después de un desfiladero de perfiles, se toma la decisión por uno en particular.
Habiéndose tomado la decisión, el primer mandatario cita al recién contratado a su oficina; el cual, acude de inmediato al llamado del gobernador.
¿Es usted quien va a ser mi asesor? Increpó enérgico Don Oscar.
¡Si señor gobernador! Respondió avispadamente el neófito.
Pues déjeme aclararle una cosa: está usted aquí porque me obligaron a contratarlo, pero donde a usted se le ocurra intentar asesorarme, lo mando inmediatamente a chingar a su madre.
Caso muy similar, pareciera que ocurrió con la contratación del actual secretario de gobierno, Fernando de las Fuentes; del cual, desconocemos los motivos por el cual fue sacado de la banca y puesto en semejante cargo; ya que actualmente, se le ve más segregado que un dedo machucado, al menos, respecto de todas las cosas importantes, en la agenda del gobernador y del estado.
La diferencia, respecto de la anécdota mencionada al inicio, es que la posición del secretario de gobierno, debiese ser trascendental y relevante, de apoyo consultivo al mandatario, fuera de chistes y chascarrillos bohemios; ya que es precisamente, la gobernabilidad del estado lo que se juega dentro de las cuatro paredes de esa oficina.
Cuánto y más, habiéndose presentado ya el cuarto informe de gobierno, puesto que los ánimos políticos, comienzan a tomar un punto de ebullición importante; debido a que las elecciones están cerca, y aunque el panorama parece claro respecto de la sucesión, aún hay muchas cosas por cuadrar y definir.
Surge entonces una interrogante: ¿Con qué propósito lo siguen manteniendo ahí?
Ya quedó más que claro, que no es por el capital político, puesto que proviene de ser candidato perdedor. Tampoco debe ser por su capacidad de negociación; la cual hasta ahora no se ha manifestado con claridad.
Si la intención de mantener a dicho personaje en la silla, es generar expectativa, porque un mejor perfil va a llegar al puesto, pues adelante. Solo que en política, cada día cuenta y como se dice coloquialmente “el horno no está para bollos” ya que la oposición por parte de la 4T, ha ido creciendo cada vez más en Coahuila, y un espacio tan importante, debe estar ocupado por una persona con la inteligencia y el temple suficiente, para sortear una contienda de dicha magnitud.
Agua que no corre se estanca y se pudre, versa el dicho popular. Sería conveniente, que pronto se generasen los cambios necesarios, para dar estabilidad política al estado, ya que el sobrecalentamiento de la silla y entregar el informe al congreso, es lo único que al parecer, ha abonado Fernando al proyecto del mandamás de palacio rosa.
Ya llego diciembre y sus posadas; tiempo de mandar a los diablos y sus chascarrillos a las pastorelas de pueblo.
Por otro lado, es buen mes para sembrar olmos; esos dan sombra, crecen alto y proveen paz y tranquilidad a quien los tiene cerca.






