Ya no falta mucho en realidad.
Muchos dicen y presumen saberle al tema de la polaca, y tal vez sí. Quizá por eso tratan de administrar los tiempos políticos a conveniencia.
«Falta mucho tiempo», «Todavía van a pasar muchas cosas». Esas son las frases más empleadas de aquellos que su gallo lleva avance para la gubernatura y que convenientemente les interesa que los demás así piensen. Pero la verdad es que eso es una rotunda mentira. Los tiempos están más cercanos de lo que se siente. Estamos a 10 meses de que empiece la carrera a la gubernatura. (Aunque unos empezaron antes). Si de tiempos estamos hablando.
Si recordamos que los gobiernos se dividen en dos períodos, el primer periodo se lo llevo por completo el alcalde de la capital, Manolo Jiménez, tomando ventaja en posicionamiento a todos los demás, pero empezando este segundo periodo, el que trae toda la jugada, es el nuevo presidente del congreso, Eduardo Olmos. El ex alcalde de Torreón ha seguido las reglas del manual al pie de la letra, paciencia y prudencia, mezclado con indulgencia han sido su mejor estrategia. Nada que temer tiene el gobernador Miguel Riquelme ante un perfil de esta naturaleza. Quizá la debilidad de Eduardo Olmos ha sido el posicionamiento mediático. Un perfil al que no le gusta el protagonismo ni la pantomima es Lalo Olmos. Lamentablemente, en la política se necesita aceptación. No hay ex gobernador que no tenga que dar la cara a los medios y a la gente, la única manera para que te alcance una vida para que te conozca un Estado, son los medios y las redes. Lalo carece de esto, cosa contraria a Manolo Jiménez, la pantalla y el espectáculo transita por sus venas. Se lleva bien con el micrófono y es seductor por cualquier medio. Familiarizado y preparado, siempre está Manolo. Carece de experiencia y oficio político, pero poco a poco ha ido aprendiendo, pero también vienen dos perfiles más en la carrera. Los últimos que se van a subir dependiendo de varios resultados. Uno es Román Alberto Cepeda si gana la Ciudad de Torreón y la otra es la Senadora Verónica Martinez.
Por el lado del partido oficial este sexenio no va a haber más. Prácticamente todo se decanta a un juego de tres contra uno. El grupo Laguna contra el saliente alcalde de Saltillo. El «contra» no se refiere necesariamente a un «pleito» o una guerra. La gobernabilidad y el control que tiene el gobernador Miguel Riquelme matiza toda confrontación, pero no recuerdo alguna gobernatura que haya llegado sin disputa, por lo pronto; hay que disfrutar la paz que existe, que el gobernador tenga control, no significa que los grupos no lo vayan a presionar, la democracia es así, y la lucha por el poder es algo inevitable.
Voy a traer al presente una anécdota del pasado.
Si recordamos el gobierno de Enrique Mtz y Mtz. Javier Guerrero y Humberto Moreira, hicieron una alianza desde muy temprano. El secretario de finanzas y de educación (de ese entonces), pactaron a escondidas el «orden de gobernar», el trato era que primero, Humberto iba a llegar, y cuando éste fuera gobernador, iba a impulsar a Javier Guerrero a que fuera su sustituto, el gobernador en turno Enrique Mtz sentía que tenía el control político, y así se percibía, pero cuando llegaron los tiempos, jugó sus cartas dándole a todos un «rayo de esperanza». Todos los aspirantes de ese momento creían que tenían el apoyo del Gobernador y gracias a eso, Javier Guerrero rompió su pacto con Humberto Moreira.
Enrique disfrutaba este juego. Al final, el creía que tenía el control, e inclinó el sistema a favor de Javier Guerrero. Humberto se sintió traicionado; y al final, cuando resultó ganador, ya sentado, cobro venganza y le costó al grupo hegemónico de los empresarios y la familia Martínez, un castigo y guerra por 12 años. En teoría, el gobernador actual corresponde a la corriente de los Moreira, no al de los empresarios, pero lo que ha marcado Miguel Riquelme, es un nuevo grupo para el Estado. El grupo de la Laguna. Más de 45 años les ha costado llegar de nuevo al poder, pero el grupo empresarial, a través de Manolo Jiménez, tratan de recuperar lo que Humberto y Rubén les quitaron. El poder.
Mismo que le quitaron a Braulio y al grupo de la Laguna cuando lo tuvieron en su momento. La realidad es que el gobernador no pertenece al grupo empresarial, pero siempre; el grupo empresarial, hábilmente, ha manipulado a los gobernadores haciéndolos sentir parte de ellos, con el status, eventos sociales y la seducción del dinero. En los años de los 80’s a pocos empresarios les importaba la política, desde esas épocas a la actualidad, vieron que la política ha sido un negocio muy redituable para ellos, hasta el grado que empezaron a participar en ella. Los gobernadores se olvidan por lo regular de las bases y desde entonces reparten el poder con la clase empresarial, el equilibrio es una parte de la democracia, tanto hace daño inclinarse a un lado como olvidar al que te llevó al poder. El dinero del empresario es útil, pero el trabajo de las bases es quien te lleva al poder. En Coahuila, como el presidente Lopez Obrador, el poder lo tiene el sistema gracias a la base social. El gobernador es el jefe temporal del sistema y siempre tiene que dejarle en claro a la clase empresarial que con el apoyo de la clase popular, cualquier gobernante es intocable. Es por eso, que con las suma de estos factores, todas estas fuerzas, empezarán a exigir lo que a cada uno les corresponde.
El gobernador tiene que decidir. Y tiene que decidir ya, porque a su momento, como ha pasado en la historia, la mayoría de los interesados lo van a traicionar. Y al que sigue, y al que sigue, y al que sigue…
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