Hace algunos años, mientras recorría una colonia con la cachucha de candidato a
legislador, se acercó una señora en busca de ayuda económica. Le pregunté por su
situación, pensando en algún tema de salud o desempleo. Para mi sorpresa, su respuesta
fue: “Es que me saqué la lotería”.
En efecto, con unos cuantos cachitos le había pegado “al gordo”. Se pagó unas fastuosas
vacaciones y organizó una fiesta de ensueño a su hija quinceañera. Ahora el SAT la estaba
requiriendo para cubrir la contribución sobre ese ingreso recibido, y nada más no tenía de
dónde.
Nuestra sociedad carece de una verdadera cultura financiera. Recientemente, la CNBV y el
INEGI presentaron los resultados de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, parte
vital para cerrar el círculo virtuoso de la democratización financiera. Se han logrado
grandes avances, pero siguen existiendo importantes áreas de oportunidad.
Veamos algunos números. En los últimos 6 años, mientras la población adulta creció 12%,
la incluida financieramente creció tres veces más: 37%. Sin embargo, 32% de los adultos
siguen sin tener una sola cuenta bancaria o de ahorro, un crédito o un seguro.
Cada quincena es común ver interminables filas en los cajeros o sucursales bancarias, aún
cuando casi todos los pagos se pueden realizar ya con el plástico. Esa obsesión por traer
los billetes en la bolsa genera que el 90% de las transacciones se realicen en efectivo, con
los riesgos de seguridad y las afectaciones a la economía que eso conlleva, como es la
eliminación del efecto multiplicador del dinero.
Además, reduciendo el circulante de la economía, disminuirían inexorablemente la
corrupción, el comercio ilegal y la informalidad.
El gobierno ha sido gran impulsor de las cuentas bancarias. 6.5 millones de éstas se
abrieron en los últimos 5 años como condición para recibir apoyos. De ellas, 80% tuvo
como titular a una mujer, reduciendo la brecha de género a sólo 3 puntos porcentuales de
los 11 que había en el 2102.
En cuanto a planeación financiera, los números no son halagüeños: en 2018, 42% de la
población gastó más de lo ingresado en cuando menos un mes, y sólo 30% hace
comparaciones antes de decidirse por algún producto financiero.
Queda mucho por hacer para lograr una plena democratización financiera. El gobierno y la
academia llevan su parte, pero es tarea de todos. Empecemos por regalarles un
“cochinito” a nuestros hijos, llevarlos a abrir su primera cuenta y ponerles el ejemplo del
ahorro.

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