Además de ser la capital estadounidense, Washington es el centro donde confluyen los
organismos multinacionales, algunos creados por los acuerdos de Breton Woods después
de la 2ª Guerra Mundial (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), y otros
por motivos financieros y de integración regional, como el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) y la Organización de Estados Americanos (OEA).
El diseño de la ciudad es impecable. Sus famosos memoriales, geométricamente ubicados,
que complementan a una reluciente Casa Blanca, a un majestuoso Capitolio y a una
poderosa Suprema Corte de Justicia, son una visita obligada para el turista. Es difícil
perderse porque sus calles forman un perfecto emparrillado, sólo vulnerado por
estratégicas avenidas diagonales. No hay rascacielos, pues por motivos de seguridad
presidencial ningún edificio puede ser más alto que el Obelisco.
Hasta allá acudimos funcionarios de la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario,
Rural, Forestal y Pesquero (FND) a invitación expresa del Banco Mundial, uno de nuestros
fondeadores internacionales. El otro es el BID. Juntos mantienen actualmente líneas de
crédito por 1,400 millones de dólares con la FND.
Ésta utiliza dichos recursos para ampliar su oferta y colocación crediticia para miles de
proyectos generadores de empleo y riqueza en comunidades rurales. No son préstamos a
fondo perdido, porque deben pagarse a los acreedores con cierta tasa de interés y en los
plazos acordados.
En esta ocasión, el Banco Mundial nos pidió exponer ante representantes de 163 países el
programa “Expansión de las Finanzas Rurales a través de Intermediarios Financieros”, para
ellos, uno de los proyectos más exitosos emprendido en Latinoamérica, y para la FND
también.
A dos años de su inicio y a la mitad del camino, con este proyecto se han habilitado
alrededor de 170 intermediarios financieros, que a su vez han dispersado créditos por más
de cinco mil millones de pesos para desarrollar unos 170 mil proyectos, la mayoría en
zonas de alta y muy alta marginación. Del total de ellas, 70% corresponden a la zona sur-
sureste del país.
El 85% se ha dirigido a emprendedoras rurales, situación afortunada porque empodera a
nuestras mujeres en el campo y reduce el índice de cartera vencida, que ronda el 1.2%
para este programa. La mujeres, debemos reconocerlo, son excelentes pagadoras.
Siempre es grato visitar Washington, por muy breve que sea la vuelta, pero lo es más
cuando el motivo es de reconocimiento a nuestro país por un programa creado e
implementado por mexicanos para mejorar miles vidas todos los días.

Por este motivo, un merecido reconocimiento a nuestro equipo de Financiera Nacional de
Desarrollo por su entrega y esfuerzo para alcanzar estos logros, y mi súplica encarecida a
redoblar el paso. ¡Enhorabuena!

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