Hace unos días asistí a la “Expo Forestal 2018”, evento más importante en su género en
todo el país y que se lleva a cabo cada dos años. Se realiza en Guadalajara porque ahí se
asienta, desde su nacimiento, la Comisión Nacional Forestal (Conafor), organizadora del
encuentro.
Suecia es líder y ejemplo mundial en el manejo forestal, razón por la cual fue invitado al
evento. Su embajadora en México, Annika Thunborg, lanzó un dato espeluznante: cada
200 días la humanidad consume los recursos generados por el planeta durante un año. Y
eso es para los renovables; de los finitos, mejor ni hablar.
Los bosques y las selvas son grandes tesoros que no aquilatamos en su justa dimensión.
Evitan la degradación del suelo, facilitan la absorción del agua para recargar los mantos
freáticos, son resumideros naturales del carbono, y también son fuente de vida, de
biodiversidad y de empleo para un sector importante de la población.
Su devastación se cuenta por millones de hectáreas anuales y es motivo principal del
cambio climático y sus desastrosas consecuencias: prolongadas sequías, inundaciones
atroces, heladas y lluvias atípicas, calores insoportables, granizadas más destructivas,
incendios forestales con mayor frecuencia, plagas altamente resistentes y enfermedades
más feroces.
La Conafor, de la mano de otras instituciones públicas y privadas, realiza una importante
labor de reforestación, mientras el gobierno electo anuncia un ambicioso plan llamado
“Sembrando Vida” para mitigar los riesgos forestales. Su objetivo es plantar un millón de
hectáreas con árboles maderables y frutales, y crear así 400 mil empleos.
Los sueldos anunciados serán atractivos, con un esquema diferenciado para técnicos
especializados, a fin de crear “sistemas agroforestales” en ejidos, terrenos comunales y
pequeñas propiedades, complementado por un programa de ahorro. Es una propuesta
integral que pretende atacar varios flancos: el ecológico, el del empleo, el de la pobreza y
el de la inclusión financiera.
Como segundo paso, se deberá organizar y apoyar a los productores para generar
proyectos rentables, acercarlos a los mercados y seguir trabajando en la concientización
ciudadana. Plantar árboles puede ser un negocio rentable, generador de externalidades
positivas, y autosustentable cuando esta actividad supere en cantidad a la de explotación.
Por cierto, mi reconocimiento a los más de 2 mil colaboradores de la Financiera Nacional
de Desarrollo que, junto con sus familias, aportaron tiempo y esfuerzo recientemente
para plantar 30 mil árboles en 77 localidades del país. ¡Felicidades y todos sigamos
sembrando vida!

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