Al hacer un análisis y balance de los resultado de la administración federal
que concluye en el área de seguridad, vemos que las cifras y resultados
positivos dejan mucho que desear, el fracaso vergonzoso en las políticas
públicas referente al tema hacen que la seguridad sea la principal prioridad
en la agenda del presidente López Obrador.
Y los números no mienten. Serán al terminar la presente administración
cerca de 140 mil muertes violentas aproximadamente, asi como 40 mil
desaparecidos, sobrepasando los números de Calderón, y sin una solución
por lo menos a corto plazo.
La promesa incumplida de pacificar al país que se hizo hace seis años no tuvo
manera de materializarse en gran parte porque las causas de fondo nunca se
atacaron, se quiso curar un cáncer social con unas aspirinas y este en lugar de
disminuir como vemos, ha ido en aumento. Hubo programas tan absurdos y
tan costosos en términos económicos como los llamados polígonos de
pobreza, que lo único que se hizo fue criminalizar a los pobres, sin que se
tuviera ningún resultado o evaluación medible o comprobable de alguna
mejora, y es que en el mejor de los casos esos recursos fueron a parar a
proveedores amigos de funcionarios de los estados que se encargarían de
cumplir las metas y objetivos del programa, mismos que en muchos casos
nunca se realizaron y el botín se repartió entre ambas partes, es decir los
programas y medidas para las colonias y barrios de los polígonos en muchos
casos nunca se hicieron, solo quedaron en el papel y sin embargo se pagaron
y el dinero …se repartió
Eso es solo un pequeñísimo botón de muestra, la profesionalización de las
policías nunca llego, el combate a la corrupción en las áreas de seguridad se
quedó a medias, nunca hubo programas de cohesión social efectivos, la
prevención del delito se hizo mal si es que se hizo algo, los delitos de alto
impacto como el secuestro, la extorción y los homicidios nunca bajaron en

sus índices y en general se podría hablar de un rotundo fracaso en lo que
respecta a la seguridad pública y la paz social.
Y en algunos estados en los que hay una relativa calma no es porque los
gobernadores o alcaldes tengan ya no digo conocimientos, el valor para
enfrentar a la delincuencia, y la paz se deba a ellos como el que dijo de la
seguridad me encargo yo, se debe al reacomodo de grupos delincuenciales
de bajo perfil, y/ o al desplazamiento de otros hacia estados vecinos o al
acuerdo entre grupos pero nunca a una política pública emanada del
gobierno que realmente haga establecer y prevalecer la paz.
Ei reto que enfrenta el nuevo gobierno es más grande y problemático que el
que enfrento Peña Nieto en sus inicios, zonas tomadas literalmente por la
delincuencia, áreas que se creían intocables hoy están en sus manos como
Jalisco, Quintana Roo y Guerrero por mencionar algunas, y si bien la
propuesta de pacificar al país basada en el perdón parece no tener mucho
respaldo popular, también es cierto que la gente está cansada de tanta
violencia, se va a necesitar mucho más que buenas intenciones, el crimen
organizado tiene muchos tentáculos que serán difíciles de combatir, pero
sobre todo es necesario volver a las bases, al sentido común. El
restablecimiento de la paz y la armonía social deben empezar en nuestras
instituciones básicas como la familia, la escuela y sobre todo en el gobierno
que está obligado a poner el ejemplo.

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