Recientemente en los diferentes medios de comunicación escuchamos sobre los asesinatos de
diversos candidatos a puestos de elección popular para el proceso electoral del próximo domingo,
al día de hoy van 123 homicidios de personas en esa condición, y solo en unos cuantos hay ya una
línea clara de investigación y posibles responsables de esos crímenes.
Lo anterior genera como ciudadanos una preocupación seria sobre la vulnerabilidad del estado de
seguridad y de derecho que tenemos en nuestro país, constitucionalmente el estado mexicano
tiene la obligación de proporcionar seguridad a sus ciudadanos, y no solo eso, también de
proteger y promover los derechos fundamentales como la vida, la libertad, el patrimonio entre
otros, pero para desgracia nuestra los que vivimos en México eso es la excepción a la regla, aquí el
estado no ha sido capaz de ya no digamos garantizar, mínimo establecer una paz temporal que
sea el inicio de la recomposición del tejido social seriamente dañado.
Vemos con horror historias que con el día a día se van haciendo más normales y comunes, la
renuncia en Tamaulipas de 80 candidatos a diferentes puestos de elección por miedo y amenazas
habla claramente de un estado fallido, de la ausencia de autoridad y de la ruptura del sistema de
justicia, y Tamaulipas es el ejemplo más claro que ahí no manda la autoridad de ninguno de los
tres niveles de gobierno, ahí mandan los capos locales quienes quitan y ponen a candidatos por la
buena o por la mala, lo mismo en Michoacán, en Guerrero y en muchos estados más.
La pregunta es si el estado fallo en la seguridad de candidatos, figuras públicas que participaban
en un proceso democrático, con todo un sistema electoral de miles de millones de pesos, con los
ojos del mundo puestos en nuestro país, se imagina estimado lector que le podría pasar a usted y
a mi ciudadanos de a pie, con una vida común, en el anonimato de la vida diaria? . Podríamos
confiar en que se cumplirá la obligación de estado de darnos una vida tranquila y de cuidar
nuestros valores más preciados como la vida y la libertad?. Creo que la respuesta ya está
realizada, y es simplemente NO, y además no hay quien se responsabilice por ello, no hay ni un
político, ni institución que haya salido a dar la cara por esos 123 personas muertas, o por los miles
de desplazados en el país, o por los miles de amenazados directa o indirectamente por la violencia
y la inseguridad, simplemente todos nos hacemos de oídos sordos, mientras no me pase a mi o a
alguien cercano, que la vida siga su curso.
Y creo que eso también es algo muy grave, la ausencia de respuestas o las respuestas débiles,
institucionales, vagas, vacías, en el discurso político, simplón, de juego de palabras más que de
acciones y medidas eficaces, creo que los mexicanos estamos hartos no solo de lo que pasa sino
de la reacción de la autoridad, si es que la hay. Es muy grave lo que ha pasado en este proceso
electoral, nunca se había manifestado en esos niveles la violencia contra candidatos ni contra
partidos políticos, con una autoridad electoral pasiva y maniatada, que ni siquiera es capaz de
alzar la voz y exigir justicia y seguridad a los que participan en este proceso.
Por ello no se extrañe que conforme se acerca el día de la elección aumente la presión contra
partidos y políticos por miembros de la delincuencia, organizada o no organizada, gran parte de los
procesos electorales sobre todo locales se decidirán por el capo regional, o por el grupo
delincuencial dominante, si eso se deja crecer estaremos ente el inicio de un narcoestado, donde
las instituciones y sociedad son dominadas por la violencia y el miedo.
No todo es futbol, ni lo único es la selección nacional, hay temas serios, preocupantes y que nos
deben de doler a todos, como la violencia electoral que se vive en estos días, a todos debe
ocuparnos que el proceso del próximo domingo concluya en paz, con tranquilidad y con resultados
conformes para todos los actores políticos, y lo más importante que todos los que contienden a un
cargo público lleguen con la tranquilidad y certeza de que su vida y patrimonio están garantizados.






