Que llegue ya la impresión 3D de órganos vitales es sin duda uno de los avances científicos más demandados por la sociedad. En el campo de los trasplantes la Medicina ha dado saltos de gigante en las últimas décadas pero aún no tenemos una respuesta inmediata para todos los pacientes en espera de algún trasplante.
La compañía Prellis Biologics, fundada hace solo dos años por las investigadoras Melanie Matheu y Noelle Mullin, se dedicó a encontrar una nueva tecnología que permitiera fabricar capilares, es decir los diminutos vasos sanguíneos por donde se mueven el oxígeno y los nutrientes para nutrir los tejidos en el cuerpo y que representan uno de los mayores retos a la hora de imprimir órganos para trasplantes.
“Sin estructuras capilares funcionales es imposible hacer órganos”, explica Melanie Matheu en Techcrunch, “son la pieza más importante del rompecabezas en la búsqueda de corazones, hígados, riñones o pulmones viables”.
Ahora, Prellis Biologics ha publicado los resultados de sus dos años de investigación e apuntan a que la compañía es capaz de fabricar esos capilares, a un tamaño y velocidad nunca visto hasta ahora, y no solo eso… lo más increíble es que afirman estar en disposición de entregar órganos impresos en 3D viables dentro de los próximos cinco años.
Prellis utiliza tecnología de impresión holográfica que crea capas tridimensionales depositadas por una reacción química inducida por la luz que ocurre en cinco milisegundos. Y esa velocidad de impresión es fundamental porque significa que la muerte celular no tiene lugar y el tejido que se imprime permanece viable, mientras que la capacidad de imprimir dentro de las estructuras implica que se puede generar el andamio interno que soporte y sostenga el material orgánico que lo rodea.
Para explicar de manera más sencilla este proceso, diremos que se utilizan biotintas, compuestas por células madre capaces de convertirse en células de órganos específicos. Se construye un “andamio” o estructura, incluyendo los vasos capilares de los que hablamos, y se inyectan estas biotintas capa a capa, para que crezcan siguiendo la estructura de ese andamio hasta convertirse en un corazón o un riñón.
El objetivo final de Prellis es conseguir imprimir un riñón (con un cuarto del tamaño de uno humano) que pueda trasplantarse en ratones para realizar los primeros ensayos en tan solo dos años y medio.
Esta velocidad en la impresión 3D puede tener infinidad de aplicaciones. Para las dos investigadoras esta nueva tecnología representa un avance sustancial en la búsqueda de órganos viables, pero también estamos ante un cambio fundamental en la fabricación de biomateriales. “Imagina que un científico quiere desarrollar un tumor para realizar pruebas médicas. En el laboratorio tardaría cinco horas en imprimir uno. Con nuestro sistema tan solo tardaría tres segundos y medio”.
Aproximadamente 330 personas mueren cada día por fallos en sus órganos vitales, en el futuro necesitaremos no solo terminar de desarrollar órganos aptos para el trasplante sino que también tendremos que fabricarlos rápidamente.
Imagine una mesa de operaciones donde un paciente tiene un fallo renal, el equipo médico prepara al sujeto para la intervención mientras que en otra sala una impresora 3D fabrica en unos minutos el órgano viable que le salvará la vida… así podría ser en un futuro no muy lejano.
Fuente: Yahoo.com







