Nuestro Sol es una estrella de tipo G2 y luminosidad V, es decir, lo que se conoce como enana amarilla, una clase de estrella bastante frecuente en el Universo. Que sea una estrella ordinaria y que existan miles de millones parecidas a ella nos ofrece una ventaja muy interesante para poder estudiarla y conocer su nacimiento, su vida y, por supuesto, su muerte.
De esta manera, observando otras enanas amarillas, los astrofísicos pueden llegar a conocer qué le ocurrirá a nuestro Sol y, si además analizan las diferentes fases y etapas por las que están pasando otras enanas amarillas, también pueden descubrir cuándo y cómo ocurrirá.
Gracias a siglos de observación ahora sabemos bastante del futuro de nuestro astro rey. Por ejemplo, midiendo la edad de otros objetos en el Sistema Solar que se formaron al mismo tiempo, sabemos que nuestro Sol se originó hace unos 4600 millones de años. También sabemos, gracias a las observaciones y estudios de otras estrellas similares, que el Sol aún tiene por delante un largo recorrido antes de terminar su vida dentro de aproximadamente 10.000 millones de años.
Por supuesto, antes de su final el Sol pasará por diversas etapas, tal y como hemos comprobado en otras estrellas de su clase. En unos 5000 millones de años, el Sol se convertirá en una gigante roja. Su núcleo se encogerá, pero sus capas externas se expandirán tanto que posiblemente alcancen la órbita de Marte, destruyendo nuestro planeta en ese proceso.
Foto: NASA/SOHO
Ese será el final de nuestro planeta como cuerpo rocoso orbitando en el espacio, pero la vida en él tiene algo menos de tiempo. El Sol está aumentando su brillo aproximadamente un 10% cada 1000 millones de años. Puede parecer poco, pero esto significa que la vida en este planeta apenas cuenta con otros 1000 millones de años de plazo antes de que nuestros océanos se evaporen y la superficie esté tan caliente que ya no pueda albergar agua líquida, ese será el final de la vida en este trozo de roca cósmica… y también el plazo que tenemos para encontrar otro lugar, una segunda casa, y desplazarnos hasta allí antes del final de nuestro hogar original.
Los estudios, datos y evidencias que disponemos hasta el momento apuntan a que el fin de nuestro planeta y de gran parte del Sistema Solar será de este modo, pero aún existen algunas dudas interesantes sobre cómo terminará sus días nuestra estrella. Tenemos clara la secuencia de acontecimientos hasta que el Sol se transforma en una gigante roja pero qué ocurrirá a partir de ese momento es algo sobre lo que aún existe un fascinante debate.
Esta semana la Revista Nature ha publicado un artículo que aclara alguna de esas lagunas en torno a la muerte de nuestra estrella. Para ponernos en situación hay que decir que varios estudios anteriores parecían indicar que nuestra estrella no poseía la masa necesaria para terminar sus días como una nebulosa planetaria. Una vez en la fase de gigante roja las capas exteriores se dispersarían y todo lo que quedaría de nuestra estrella sería una densa enana blanca, pero sin la bella envoltura que rodea a esas preciosas imágenes de nebulosas planetarias que seguramente habréis visto en alguna ocasión.
El nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Manchester en el Reino Unido, ha utilizado el modelado por computadora para determinar que, como el 90 por ciento de otras estrellas, nuestro Sol es más probable que se reduzca desde un gigante rojo para convertirse en una enana blanca y luego termine como una nebulosa planetaria.
Los modelos anteriores apuntaban a que estrellas de poca masa como el Sol no podían producir nebulosas planetarias brillantes, sin embargo, como explica Albert Zijlstra, uno de los autores del reciente estudio: “Los nuevos datos señalan parámetros diferentes de formación y de esta manera nuestro Sol sí se acerca al límite de masa necesaria para que una estrella produzca una nebulosa visible”.
Parece que nuestro querido Sol sí tendrá un gran final dejando tras de sí una bella nebulosa de gas y polvo. Un precioso espectáculo que ojalá podamos observar y disfrutar, desde la distancia, como especie interplanetaria.
Fuente: Yahoo.com







