Andrés se vende como redentor de los pecados, todo aquel que lo apoya de manera abierta y toca su manto protector, recibe el perdón de sus faltas. No es de extrañar, entonces, que esté rodeado de corruptos comenzando por Yeidckol Polevnsky, quien siendo senadora votó en contra del impuesto al uso del tabaco para proteger a su hija, quien laboraba para una empresa cigarrera. Pero, claro, ese es un pecado menor si se le compara, por ejemplo, con Mario Delgado, quien además de ser muy allegado a López está directamente relacionado con el caso de la línea 12 del metro junto con su ex jefe, Marcelo Ebrard. El daño ocasionado al erario de la Ciudad de México se estima en 30 mil millones de pesos que hubieran sido suficientes para dar mantenimiento a la totalidad de las líneas del metro, pero, Ebrard y Delgado también ya fueron purificados por el mesías. Qué decir de Ricardo Monreal quien no se anima a abandonar al redentor y su partido pese a que no le han cumplido todos sus caprichos. Como delegado en Cuauhtémoc favoreció a los amigos de su hija con 14 contratos por 266 millones de pesos otorgados en un plazo de 10 meses, pero el purificador Andrés perdonó también esa corrupción -denunciada con documentos en mano, por cierto, por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, una de esas organizaciones ciudadanas que al mesías no le gustan-. Y hablando de los consentidos del mesías, allí está la candidata a gobernar la ciudad de México Claudia Sheinbaum, acusada de peculado por seguir cobrando al CONACYT como investigadora siendo delegada de Tlalpan y a quien se le acusa de haber sido, por lo menos, omisa tras el derrumbe del colegio Rébsamen durante el sismo del 19 de septiembre del año pasado. Podríamos continuar con los casos de René Bejarano, Dolores Padierna, Gustavo Ponce y otros tantos ilustres corruptos. Pero, ¿qué importa cuando sólo hay que estar plenamente al servicio del redentor para ser purificados?
