Ciudad de México

Antoine “Fats” Domino no murió en 2005, como lo creyó el incauto que le escribió un obituario improvisado en una pared de su natal Nueva Orleáns: “RIP Fats. Te extrañaremos”.

El huracán Katrina azotaba con fuerza desmedida la costa de Luisiana, pero Fats —tan obstinado en la vida como en el ritmo— se resistió a dejar su hogar. Poco después se supo que un helicóptero de la Guardia Costera lo había rescatado junto a su familia, pero el futuro lucía poco prometedor: lo habían perdido casi todo.

No obstante, al hombre que patentó los tresillos en el rock ‘n’ roll aún le quedaba un puñado de años por delante.

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Ni la fuerza de un huracán venció a Fats Domino

Casi toda su discografía se caracteriza por ese ritmo a tiempo medio que —con el piano como su artillería— se convirtió en su marca personal.

Paul McCartney confesó que se inspiró en el estilo de Fats para escribir el piano y la voz de “Lady Madonna”. Era 1968; para entonces, Domino ya había conquistado las listas de éxitos con canciones como “Walking to New Orleans” y “I Want To Walk You Home”, que revelan por qué Paul estaba tan embelesado con el ritmo hipnótico de Fats.

Poco después del lanzamiento, Fats le devolvió el honor en el álbum Fats is back , en una versión alucinante.

Pero Paul no fue el único beatle que admiró la grandeza de Domino. En 1975, John Lennon grabó una versión de “Ain’t That A Shame” para su disco Rock ‘N’ Roll . Era más que una canción: fue la primera que aprendió a tocar. Con banjo en mano, su madre, Julia, solía cantársela cuando John salía de la pubertad y aún no sabía tocar la guitarra.

Después se convirtió en una canción recurrente en el show de los Quarry Men, antecedente de los Beatles.

Fats Domino murió a los 89 años, pero se mantuvo como elemento vital de la escena musical de Nueva Orleáns hasta hace unos años. Su sello, por otro lado, permanece en la música de los grandes íconos de la música contemporánea.

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Por anna