Igualdad de géneros; para avanzar.
¿Por qué hablamos de “género” y no de sexo?
Es cierto que nacemos con un sexo biológico, hombres y mujeres, tenemos características genéticas de diferenciación sexual. Ejemplos: cadera más ancha en las mujeres, barba en los hombres, timbre de voz, capacidad de procrear, etc.
Pero la manera cómo vamos adquiriendo una identidad como hombres o mujeres, se da en medio de la familia y de la sociedad (escuela, comunidad, iglesia, etc…) aprendemos aquello que debe hacer y sentir una mujer y lo que debe hacer y sentir un hombre. Pensemos en las frases que madres y adultos en general dicen a los niños y niñas frente a situaciones de miedo, dolor o pena, o las recomendaciones de comportamiento frente a otros, o los juguetes y vestimenta que les compramos o regalamos. Entonces vamos construyendo una personalidad diferenciada que no es un producto biológico sino social.
Se nos asigna una identidad, se espera que los varones actúen de una determinada manera y las mujeres de otra, nos han enseñado eso y así es como actuamos. Por ejemplo, la mujer no tiene miedo a llorar en público, pero para el varón sólo le está permitido llorar en circunstancias especiales; un hombre que no se interesa por sus hijos es justificado porque trae el sustento económico al hogar, pero una mujer que trabaja fuera del hogar y desatiende a sus hijos es considerada una “mala madre o madre desnaturalizada”, etc…
El género es una construcción social, es debido a ello que las características consideradas femeninas y masculinas varían ampliamente entre las diferentes culturas y los diferentes tiempos en los que vivimos, en otras comunidades, naciones y países puede ser de diferente forma.
De estas diferencias de género, se derivan diferencias en la posición social y prestigio de mujeres y hombres, que históricamente representan y reproducen una subordinación de las mujeres: con menores posibilidades de participación social, de tomar decisiones, de acceder a recursos, etc. Pero no sólo hay desventajas para las mujeres, también los hombres tienen desventajas en este sistema de relaciones de género: sobre el hombre recaen muchas responsabilidades, tiene que aparentar que siempre lo sabe todo y lo puede todo, tiene que ocultar sus miedos y algunos de sus sentimientos, es decir que también el hombre ve afectada una parte de su personalidad.
Entonces, “genero” no es un sinónimo (quiere decir que no es igual) a “sexo”
Tampoco la palabra “genero” es sinónimo de “mujeres” (género no quiere decir mujeres)
El enfoque de género es analizar comportamientos, tareas y roles específicos de mujeres y hombres en ámbitos privados (familia) y públicos (barrio, la comunidad y gestión pública). Nos ayuda a mirar y reconocer las relaciones de poder entre mujeres y hombres, al mismo tiempo de comprender los aspectos culturales que explican las diferencias y la situación de inequidad, de discriminación, de vulneración de derechos y la opresión en que tradicionalmente ha vivido la mujer.
El incluir la perspectiva de género en la vida cotidiana y en el trabajo con organizaciones sociales supone: promover que Mujeres y hombres participen en condiciones de paridad (los dos juntos) en la capacitación, planificación, ejecución y monitoreo de políticas públicas, programas o proyectos para que sus necesidades específicas sean tomadas en consideración; en la vida familiar tratar con igualdad a hijas e hijos, el valorar y respetar a nuestra pareja y establecer relaciones de valoración y respeto en el trabajo que abarquen a mujeres y hombres en condiciones de equidad; el trato igualitario consiente para mujeres y hombres debe ser parte de la cotidianidad laboral, familiar, política, económica, social y cultural.
Algunas situaciones condicionantes para que esta situación de desigualdad se mantenga: la persistencia de patrones y estereotipos culturales, que reservan el desarrollo de funciones y cargos públicos exclusivamente para los hombres y asignan a las mujeres, como único proyecto de vida el trabajo del hogar, el cuidado de hijas e hijos y personas ancianas o enfermas; la existencia de la discriminación de hecho, aunque las leyes “garantizan” la plena igualdad (de Derecho), en la práctica las mujeres no gozan de la misma dignidad, oportunidades, derechos y libertades que ejercen los hombres en la vida social; la legislación, las políticas nacionales e institucionales no garantizan, la plena igualdad de mujeres y hombres en todas las esferas de la vida entre otras.
Durante siglos se creyó que estas situaciones eran naturales, determinadas por las diferencias biológicas entre los sexos, finalmente por medio de conocimientos científicos, se demostró que eran creaciones sociales sujetas a transformaciones. En culturas tradicionales, se valora fundamentalmente el trabajo reproductivo de las mujeres y su dedicación exclusiva a la vida familiar, ya que se cree que esa es su condición natural, que las destina a ser “madre-esposa”.
Así mismo se desvaloriza la participación de las mujeres en lo cultural, político, religioso y económico, aunque las leyes afirmen que las personas son iguales ante la ley, sin distinción de etnia o sexo.
Sin embargo en la cotidianidad, sobre las diferencias físicas o biológicas es decir el sexo, se han construido una serie de marginaciones o exclusiones en la vida, social, política, religiosa, económica y de acceso a la justicia, entre hombres y mujeres que es llamada desigualdad de género.
Debemos desde la organización familiar-formativa, social y comunitaria promover acciones para cambiar y transformas relaciones y practicas patriarcales, promoviendo equidad e igualdad entre mujeres y hombres como personas con derechos. Igualdad de géneros; para avanzar.
CÉSAR FELIPE DE LA ROSA
@cesaritodurondr






