Hasta antes de que se anunciara la muerte de Juan Gabriel, la noticia más difundida era el supuesto plagio ―en algunas partes― de la tesis con la que el Presidente de este país obtuvo su licenciatura. Noticia ociosa, primero juzgas a una figura pública por un trabajo de hace 25 años (y si empezamos a revisar tesis, mejor sería no ser presidente, porque nos quedaríamos sin títulos) y segundo, en estos momentos lo importante no es la noticia, sino desgastar la figura del Presidente. 
¡¡Vamos!! En mi opinión, las calificaciones que sí importan son dos, la calificación que tendrán miles de niños por la falta de solución en el conflicto magisterial en los estados donde más hace falta la educación, como Guerrero, Chiapas y Oaxaca, así como la calificación de riesgo país otorgada a México en la última semana. Esas calificaciones sí que son importantes y requieren análisis por separado.
La calificación de riesgo. Los mercados de riesgo globales y de crédito basan sus decisiones en las calificaciones que otorgan a cada uno de los instrumentos de inversión y piensa (sólo por un momento piensa que tienes toda la lana del mundo y un analista te dice como decía Juan Gabriel: «No sabía de tristeza y lágrimas hasta que te conocí») que te conviene por el momento no dejar tu lana en México porque se está endeudando demasiado y en el largo plazo puedes tener problemas, fíjate bien, las calificadoras no te dicen que México tenga problemas actualmente, sino que los puedes tener en el futuro, entonces tú ―que por el momento tienes mucha lana y no quieres problemas― pues te llevas tu lana al Noa Noa y como decía Juan Gabriel: «Inocente pobre amigo, no sabe que va a sufrir».
A la sazón, cuando quieras llevar tu lana fuera de México tendrás que mover el tipo de cambio y sabes lo que pasará (corearemos a Juan Gabriel: «No tengo dinero ni nada qué dar», y entonarás también «Se me olvidó otra vez que sólo yo te quise»), porque lo hemos dicho: no hay amor más sincero que el que es por dinero. Los mercados no tienen afectos, tienen rendimientos y tranquilidad.
En ese momento, la única canción que recordaremos respecto a la inversión extranjera será: «Ya lo sé que tú te vas, que quizá no volverás», suena a risa, pero no es chiste. Se sufre.
En cuanto a las calificaciones de los niños, la única canción que saben sus maestros es «Yo no nací para amar» porque no hay manera de llegar acuerdos con ellos, sólo por ser lunes les compartiré que me escribió un amigo de España, transcribo literal su texto: «Se publicó —aquí en España— que un maestro le pegó un tiro a un padre de familia porque el maestro no quería dar clases a sus hijos y los padres de familia querían que sus hijos tuvieran clases, por favor dime que no es cierto, ¡eso no puede estar sucediendo en México!» asentí en silencio y recordé nuevamente a Juan Gabriel «Querida, mira esta soledad que no me sienta nada bien»…
En este momento las dos partes han clavado sus lanzas y se han amarrado para no moverse un centímetro de sus posiciones con tal de no dejar sus posesiones, habrá definiciones y nuevas acciones o cederemos a continuar en la lista de buenos deseos de contar con una educación de primer mundo, ¿a quién le conviene que no tengan clases los estados más atrasados? 
No quiero perder la picardía y el buen humor característico de los mexicanos, antes de que se me olvide, si alguno de mis amigos de preescolar me incluirá en su testamento y me legará edificios, autos o propiedades porque les presté mis crayolas y no les pedalee sus bicicletas, favor de avisar antes, no me vayan a meter en ningún problema. Nos leemos en Emprende Seguro la próxima semana.