Recordar, es volver a vivir.
«La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño.» Friedrich Nietzsche.
Recordar los momentos que disfrutamos en nuestra niñez, es uno de los placeres más grandes que el ser humano puede tener. ¿Por qué me refiero a ello como un placer? Porque desde pequeños nuestro único objetivo era crecer para hacer esto o aquello y ahora que somos grandes, no podemos recordar porque queríamos crecer, así que es un placer revivir esos momentos tan gratos en los que nuestra única preocupación era cumplir con la tarea y los deberes del hogar para poder salir a jugar.
Acordarse de que lo más valioso para nosotros no era un automóvil último modelo o un celular, de hecho los celulares ni siquiera existían, lo más preciado eran los momentos que pasábamos con nuestra familia y sobre todo con nuestros amigos, los juegos al aire libre y las bromas sin malicia que eran parte de esas tardes mientras el sol se metía.
Pero más que recordar, lo que deberíamos hacer es no olvidar que en algún momento fuimos niños, y fuimos buenos y no había maldad en nosotros y mucho menos en nuestro corazón, hacer presente ese sentimiento de alegría que nos embargaba y que nos hacía disfrutar cada momento del día, claro a excepción de los exámenes que en ese entonces eran nuestra peor pesadilla.
Para muchos, el niño que fuimos quedó sepultado por una sarta de barbaridades, de las cuales en muchos de los casos, ni siquiera fuimos conscientes de ello.
Si pudieses hablar con tu yo de cinco años, y le preguntaras si se siente orgulloso de quien eres, o de lo que eres, ¿qué crees que te respondería? Estoy casi segura de que a muchos no nos sería de agrado su respuesta y probablemente no sería favorable. Es claro que no todos pudimos ser bomberos, policías, bailarinas, modelos o astronautas, pero te has preguntado alguna vez si ¿has hecho o haces aquello que tanto anhelaste de pequeño?
Si tu respuesta es no, te invito a que lo hagas, en la medida de lo posible claro está; tal vez querías ser el rey del mundo y viajar de aquí para allá, bueno, quizá no seas el rey del mundo, pero sí de tu vida, tal vez no viajes de aquí para allá, pero si puedes viajar al lugar que siempre soñaste conocer. Date ese regalo, consiente a ese niño que todos llevamos dentro y de paso cumples su sueño y por fin lo haces realidad.
Este día del niño, no le des a tus hijos, sobrinos, primos, etc., un regalo que al final del día no les dejará un recuerdo perdurable, no les des un regalo para compensar tu ausencia y sobre todo no pases desapercibida esta fecha, mejor, regálales y de paso, regálate a ti mismo una tarde en el parque, una rodada en bicicleta, una luchitas en la tierra, en fin, lo que se te ocurra, esos momentos, te aseguro, quedarán para siempre en su mente y sobre todo en su corazón, muchos quisiéramos volver a vivirlos con nuestros padres o con nuestros abuelos, pero te aseguro, que aunque ya no estén presentes, su recuerdo perdurará por siempre.
¡Feliz día del niño y de la niña!






