Respuestas divinas
Redacción: Kevin Jared Martínez Márquez
Dios nos ama, verdaderamente nos ama. El papa Francisco dice que “Dios está enamorado de nosotros”. El amor de Dios para con su Creación es un amor sincero y existente, mismo que no conoce caprichosas condiciones.
Muchas personas aman a Dios sólo cuando todo marcha bien en sus vidas. Y al acontecer algo terrible, tales personas comienzan a detestar al Todopoderoso, y junto con Él, a su Iglesia.
Quien verdaderamente ama a Dios, verdaderamente ama la verdad. Y la verdad es que tenemos presente, en nuestra correspondencia con Dios, una diferencia a la que hay que prestar atención. Muchos son los que encomiendan su bienestar a Dios, día tras día. Recordemos que nuestras peticiones y anhelos serán atendidos en base a la voluntad del Padre, pues sólo Él sabe con dogmática precisión qué es lo que necesitamos.
Dicha diferencia se encuentra entre la «no respuesta» y la «respuesta no», mas muchos no precisan en atender lo anterior, puesto que piensan que Dios es un mago que está dispuesto a utilizar su varita a cambio de un vacío reconocimiento.
La «no respuesta» consiste en una resolución por parte de Dios a su debido tiempo. Dios es paciente, no es un mago. Antes que de las personas hagan presentes sus penas, Dios se ha enterado de todo. Debemos recordar que Dios sólo nos provee de pequeños, pero valiosísimos, empujones para llegar a nuestros destinos: mas nosotros también debemos esforzarnos y trabajar por aquello que tanto anhelamos.
Por citar un ejemplo: algún día podemos enfermar, y Dios nos brindará fuerzas para continuar, pero es nuestra responsabilidad atender todas las indicaciones provenientes del médico. El leer la Biblia una y otra vez, cuando se está enfermo, no curará las dolencias, puesto que la Biblia no es mágica, es sólo un libro de instrucción ante los preceptos de Dios, claro está, del todo sagrado y respetable.
La «respuesta no» consiste en una resolución por parte de Dios que establece una desaprobación hacia nuestras peticiones. No todo lo que esperamos que suceda será provechoso para nuestras vidas, y como buen Padre, Dios nos educa, nos educa porque nos ama.
Cabe mencionar que los acontecimientos terribles en nuestras vidas no provienen de Dios, sino son sólo disposiciones propias de la vida y sus circunstancias.
¿Queremos ser buenos hijos? Pues guardemos silencio y escuchemos a nuestro Padre, con vasta atención. También guardemos respeto y escuchemos a nuestra Madre, la Iglesia, en todo momento.
Ésta fue sólo una opinión, posiblemente, una verdad.






