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Una de las maneras en que actuamos ante una contingencia ―casi por costumbre en este país― es sobreactuar una vez que se presenta un problema, pues dejamos que crezcan de manera suave y no los atendemos pensando como el Chino Lao (el tendero de mi pueblo): «hay cosas que se arreglan con el tiempo y cosas que el tiempo arregla», y no sucede ni lo uno ni lo otro, el problema simplemente crece hasta que un día (o una noche) finalmente reaccionan nuestras autoridades, nosotros lo medio arreglamos y volvemos a iniciar el conocido ciclo de que ante el problemita pequeño (sí, así de redundante) no hago nada, pensamos que el tiempo lo arreglará. Sólo para mencionar algunos ejemplos me gustaría recordar varios temas que se han exteriorizado en el actual trimestre.

Se presentó una contingencia por contaminación, entonces sí todos a cooperar y dejar estacionados gran cantidad de autos, la solución de fondo: políticas que incentiven el uso y la inversión en el trasporte público masivo, la solución de corto plazo: prohibir la circulación masiva de autos por varios días. Veremos ahora que regresen los vacacionistas qué sucede…

El dólar nos dio dolores de cabeza porque se fue atendiendo con participación en las subastas del día a día, ¿ya sabíamos que se iba a presentar? hasta yo ―que se casi no lo imaginaba―, para muchas personas uno de los ingresos que les proporcionaban dólares era el petróleo, pero ahora en lugar de vender a 100 USD el barril se vende en 50 USD ellos dicen ahora lo que Jovita (la sobadora de mi pueblo): «A esos precios no me sale la cuenta, güero». Pemex tuvo que esperar hasta tener una megacontingencia para revisar si la estructura financiera de la empresa y tomar la decisión (ahora, cuando no había opción), ¿por qué no se revisó cuando el precio estaba en 100 dólares? porque pensamos que el problema se arreglaba con el tiempo, y ya vimos que no fue así.

La lista de temas es abundante y el espacio aquí es reducido, por lo que se me ocurren algunos tópicos que se deben atender estructuralmente (además de la influenza, el dólar, Pemex, los ambulantes que nadie ve en esta ciudad ―y que cada día nos atropellan más―, las fotomultas, la creación de empleo y la seguridad). Como dice una amiga mía de Brasil, «Nada sucede por acaso», la razón de estos ciclos de infortuna radica en que lo que no componemos es la estructura, sino que atendemos la coyuntura, la raíz del problema la olvidamos y nos concentramos en arreglar lo que está mal y no lo que lo provoca, haciendo de un problema real un problema subyacente ―pero de menor tamaño―.

Con tus finanzas sucede lo mismo, atiéndelas antes de que sea tarde y el problema te ponga de cabeza, no te endeudes en dólares si no ganas dólares, la línea de crédito es para resolver problemas estacionales, no para comprar lujos; de la influenza tenías que haberte vacunado en septiembre (si sabes que va a llegar en noviembre) y así sucesivamente, la prevención es lo que hace que todo funcione mejor.

Nos leemos la próxima semana en «Emprende Seguro», si el ozono lo permite…