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El diván
Harakiri mexica
José Luis Cuevas

Durante el periodo del 28 de septiembre al 2 de octubre de 2015 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)  tuvo una serie de visitas al territorio mexicano mediante diversos de sus representantes con el propósito de evaluar la situación que permea  a las garantías de los derechos humanos en el país. Este organismo es el encargado de la promoción y protección de los mismos en el continente americano, por lo cual tiene un peso específico la investigación que ellos realizan.  Las conclusiones de esta visita fueron publicadas recientemente en un documento titulado “Situación de los derechos humanos en México” y el cual está disponible en su página web.
En el mencionado informe se califica como una “grave crisis” lo que compete a las tesituras del país en este rubro, y se hace énfasis en el rol de la parte gubernamental, desde el acceso a la justicia y hasta la impunidad; este periplo se prolonga por muchas estaciones muy bien definidas, y que desde luego son de conocimiento nacional. Se menciona la  vulnerabilidad de algunos grupos respecto de los hechos delictivos, estos van desde las mujeres, los infantes, pueblos indígenas, la comunidad LGBT, y es de destacar que se califica a México como uno de los países con mayor riesgo para el ejercicio del periodismo.
Se reconoce los avances en materia de modificación y adecuación legal, así como en la creación de acuerdos de protección para grupos específicos y la  intervención de las fuerzas armadas,  sin embargo estos resultan insuficientes y  quedan en evidencia debido a que hasta el 98% de los delitos no llegan a ser sentenciados.
Podríamos hacer un mamotreto con las cifras  que presenta la CIDH, las cuales no son para menos que de focos rojos. Ejemplo de ello es la tasa de homicidios: superior a 10 por cada 100 mil habitantes  y que en el tabulador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es EPIDÉMICA.
Toda esta estadística presentada, y que ha sido acaecida de la evidencia empírica, pone en jaque el Estado de Derecho.

¿La respuesta del gobierno? Desacreditar el informe y afirmar que no refleja la situación real del país.
Habrá que decir que la CIDH,  lejos de no reconocer los avances, ha precisado que no son suficientes, sobre todo en un país en el que las carencias han ido mutando.
El cambio de administración federal no fue suficiente en la estrategia para combatir este tipo de fenómenos de manera competitiva. El cambio en los problemas del país está lejos de ser el cambio en el Partido del poder.