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El coordinador de Comunicación Social y vocero de la Presidencia de México, Eduardo Sánchez, recalcó en entrevista para SDPNoticias que Raúl Libién “no es amigo del Presidente”, luego de la agresión en contra de Arne Aus den Ruthen Haag. Fue oportuna la reacción, sin duda, pero es insuficiente si los altos funcionarios federales creen que se trata sólo de un asunto de prepotencia de un empresario de medios y un funcionario delegacional de la Ciudad de México. No señores, el asunto es todavía más delicado.

¿Por qué razones? Porque el señor Raúl Libien y familia están señalados por la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos como parte de la red de lavado de dinero de la organización conocida como “Los Cuinis”, un subgrupo del poderoso Cártel de Jalisco Nueva Generación. Si bien la familia involucrada ha negado dichos vínculos, para la DEA y el Departamento del Tesoro hay motivos suficientes para iniciar un proceso que los lleve a su aprehensión en cualquier momento, con o sin el aval del gobierno mexicano. Finalmente, tienen documentadas las reuniones que Raúl ha tenido en varios casinos de Las Vegas con quien sabe quién.

Más aún, al Presidente y el subsecretario de Gobierno, Luis Enrique Miranda, les debe preocupar porque Raúl Libien, según fuentes de inteligencia en el estado de Jalisco, a través del hijo del ex futbolista Juan Dosal, se ha dedicado a solicitar millonarios recursos a empresarios y políticos en desgracia para “facilitarles favores” del gobierno de la República. Es decir, una extorsión tipo coyote de alto nivel para supuestamente recibir favores presidenciales. ¿Muy grave, no?

Hay que rascarle a este asunto y saldrán muchos nombres involucrados. Hay que pedirle a la Unidad de Inteligencia Financiera que investigue el origen de sus recursos, sus inversiones, las colecciones de arte y de autos y nombres, nombre de varios empresarios y polítiquillos que cayeron en su red timadora y mafiosa.

alexiabarriossendero@gmail.com