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El mejor.
Por: César Duron.

Un año es bisiesto si dura 366 días, en vez de los 365 de un año común. Ese día adicional se suele añadir al final del mes más corto, fechándose como 29 de febrero.
Este día se añade para corregir el desfase que existe con la duración real de los años: 365 días y 6 horas aproximadamente. Esto hace que se corrija cada cuatro años (los años múltiplos de cuatro) que se acumulan 24 horas.
El calendario juliano consideraba bisiesto los años divisibles entre cuatro. Así el año juliano dura 365 días +1/4=365,25 días (más que el año trópico que dura 365,2422 días).
La regla para los años bisiestos según el calendario gregoriano es: un año es bisiesto si es divisible por 4, excepto el último de cada siglo (aquellos divisibles por 100), que para ser bisiestos, también deben ser divisibles por 400.
Primitivamente el calendario romano constaba de 10 meses; se atribuye a la influencia de los sabinos la introducción del calendario de 12 meses con tres fechas mensuales fijas: Calendas, Nonas e Idus. Julio César estableció el calendario de 365 días con años bisiestos y Gregorio XIII lo reformó tal y como es hoy.
El día bisiesto se introdujo en el calendario juliano, que repetía el sexto día antes de las calendas de marzo, esto es, el día 23 de febrero, de donde proviene su nombre «bis sextilis». La función del día bisiesto consiste en adecuar el año solar  al año cronológico.
Los antiguos babilonios tenían un calendario lunisolar de 12 meses lunares de 30 días cada uno y añadían meses extras cuando necesitaban mantener el calendario en línea con las estaciones del año.  Los antiguos egipcios fueron los primeros en sustituir el calendario lunar por un calendario basado en el año solar. Midieron el año solar como 365 días, divididos en 12 meses de 30 días cada uno, con 5 días extras al final.  En la antigua Grecia se utilizaba un calendario lunisolar, con un año de 354 días. Los griegos fueron los primeros en intercalar meses extras en el calendario sobre una base científica, añadiendo meses a intervalos específicos en un ciclo de años solares.
Los que pudieron dedicarse a observar las estrellas en la antigüedad, mientras otros trabajaban, intentaban fijar los días e incluso los meses y los años en un sistema de tiempo coherente o calendario. 
Como ni un mes completo ni un año completo contienen exactamente un número entero de días, los creadores de calendarios asignaban a los sucesivos meses o años diferente número de días, que sacando una media, se aproximara al valor real.
El año bisiesto concita aspectos matemáticos pero también curiosos e incluso para algunos, cuestiones sui géneris.
Que este año bisiesto, sea para los lectores de este espacio, como el resto de los días… el mejor.

CÉSAR FELIPE DE LA ROSA
@cesaritodurondr