Alas para volar…
@DanielaCarlos
La paja en el ojo ajeno.
Juzgar a las personas no define quienes son ellas, define quién eres tu.
Que fácil es juzgar y señalar, que fácil es hablar de alguien que no está, que sencillo es para muchos hablar por hablar, sin conocer, sin saber, solo por el simple hecho de querer decir algo o de querer opinar.
Cuando nos piden nuestra opinión acerca de una persona en particular y que por lo general no conocemos, regularmente damos nuestro punto de vista sin tomar en cuenta factores alternos, no nos importa si herimos a alguien con nuestro comentario o si dañamos su imagen y de paso su moral.
Aunque hoy en día la moral es muy disyuntiva, no deja de ser una parte clave para encajar en la dichosa “sociedad”, sin embargo, existen personas que pareciera que su único y exclusivo interés es el de calificar y validar quién es merecedor de tener buen prestigio y quien no, y quien puede entrar o no en el exclusivo círculo de la sociedad. Y así, sin dudarlo un momento, utilizan su sobrado discernimiento para juzgar y criticar a alguien.
Porque también está la tan llamada “crítica constructiva”, que a final de cuentas no deja de ser crítica y termina siendo nada constructiva. Es como aquello de: “te lo digo porque te quiero” o “te lo digo por tu bien”. Muchas personas se escudan en estas palabras para sacar todo lo que tienen acumulado, pareciera que solo calamidades saliesen de su boca. (yo le llamo veneno).
Hablar sobre alguien, y además hablar mal de alguien es muy sencillo, pero no sabemos el daño tan fuerte que le podemos causar, peor aún si las habladurías se vuelven un rumor y el rumor termina por volverse la comidilla del pueblo. Ni hombres, ni mujeres estamos exentos de estos temas, todos estamos expuestos a ser la burla o el pan de alguien, como decía mi abuela en semana santa: “En lugar de no comer carne, deberían de dejar de comer prójimo” … pero como sabe rico ¿verdad?
“Personas han muerto a causa de rumores y por cuestionamientos implacables que son juicios por demás inauditos.”
Hay algo muy útil para dejar de juzgar sin ton ni son. Primero analízate a ti mismo y pregúntate si estás libre de pecado, es decir, si no tienes absolutamente nada que a ti te puedan juzgar, porque si no es así, te recomiendo que sigas los pasos de un hombre llamado Jesús y antes de lanzar la piedra cuida que no te estén lanzado otras más a ti.
En estas fechas donde surgen en nosotros sentimientos de nostalgia y de amor, sería bueno que recapitulemos y hagamos conciencia de a quiénes hemos ofendido con nuestras palabras, o a quiénes hemos dañado con nuestros comentarios directa o indirectamente, y qué podemos hacer para remediarlo. Puedes ofrecerles una disculpa, puedes pedirles perdón, aunque no estén presentes, porque así por lo menos tu mente se libera de esa carga tan pesada y, sobre todo, sería bueno que te perdonaras a ti mismo por haberles causado ese daño.
La paz interior no se logra con aguas agitadas, sino con una paz mental que viene de la tranquilidad de saber que se hacen las cosas bien, que no dañas a nadie con tus palabras y mucho menos con tus actos, sino que, contrariamente, ayudas a alguien a salir adelante, a llegar a la meta, ya sea por mérito propio o por lo menos como inspiración.
Dice una frase que nos serviría mucho poner en práctica en estas situaciones: “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas”. –Proverbio Árabe