El diván
¿Qué queda de la revolución?
José Luis Cuevas 
Con el desgaste del calendario se van cumpliendo las fechas fatales de toda clase de acontecimientos: desde cumpleaños, santos, decesos, asuetos, hasta aquellos que pueden resultar incomodos para algunos.  Pues en este marco el viernes 20 de noviembre se cumple un año más del inicio de la Revolución Mexicana, unos de los hechos más transcendentes para el país del siglo XX.
Sin embargo a más de un siglo de distancia ¿qué es lo que queda de los objetivos de aquel episodio beligerante? Seguramente muy poco, los tiempos han cambiado y con ello el sistema con que se manejan los asuntos que requieren una negociación colectiva. 
Uno de los objetivos conseguidos a raíz de este conflicto  fue el cambio en las estructuras establecidas hasta entonces por el Porfiriato: económicas, políticas y sociales. Se logró derrocar del poder político al Genera Porfirio Díaz luego de más de tres décadas en él (de dictadura a dictadura) y en plena carrera por la 7a  reelección, aunque lo de vanguardia por estos días es estar afrancesado.
El episodio, luego de las lucha armada, supuso el destacable hecho de sacar del poder a los militares, lo que  resulta trascendental a la hora de suavizar las negociaciones que de los pliegos petitorios de la sociedad versaban. Esto aún y con la cantidad de veces que el ejército se ha visto envuelto en polémicas luego de ello y hasta la actualidad: Tlatelolco, el Jueves de Corpus, La Guerra Sucia, Tlatlaya y un prolongado etcétera.
Viene además, entre otras tantas cosas, la repartición, aunque inequitativa en alguna medida, de la tierra. El modelo de cultivo del sur, así como el del norte del país avanzan. La decadencia que provocaba la concentración de la tierra provocaba que muchos mexicanos padecieran enfermedades propias de la falta,  y ausencia total, de alimento. Aparece, y cobra fuerza, junto con esto una de las figuras de la Revolución: el ejido.
La estrategia que tomó el gobierno porfiriano para mejorar la situación del país fue la de atraer inversión extranjera (apuntalar el crecimiento en el mercado exterior, nada que no sea vigente de la clase política de hoy día) no fue del todo exitosa, al menos socialmente hablando, debido a que otra de las causas revolucionarias  era la protección laboral y mejoras en ese rubro dadas las condiciones impuestas; el desequilibrio entre una y otra clase se caracterizaba por una brecha de desigualdad que se acrecentaba al pasar el tiempo y con ello el descontento social de un pueblo que ha seguido caudillos a lo largo de la historia, incluso en la actualidad. El Bronco, AMLO, Fox, y  lo que se le pueda venir directo del baúl de los recuerdos.
Otro de los puntos que toca, como toda movilización social, es la parte que envuelve a la sociedad. Diferentes fueron las maneras de expresar lo acontecido más allá de las armas y las trincheras. Los artistas comenzaron a expresar toda la amalgama de sentimientos que el choque social produjo, desde la fuerza que tomo el corrido hasta la obra completa de Siqueiros o el propio Diego Rivera.
Dentro de los hechos que irritaron a la sociedad contemporánea de la Revolución, y que en gran medida provocaron la insurgencia del movimiento, fue la publicación de la entrevista Díaz-Creelman: el mandatario nacional hablando con los medios extranjeros sobre un país que no se parecía nada al México real prospero, seguro, listo para la democracia. La simulación política en su máxima expresión.
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¿De Porfirio Díaz: Héroe de las Américas a Enrique Peña Nieto: SAVING MEXICO?
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