Una opinión, una verdad
Vivir siendo un niño
Redacción: Kevin Jared Martínez Márquez
“Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla”, estableció Gilbert Keith Chesterton, escritor y periodista británico de inicios del siglo XX.
Desde mi perspectiva, todos los seres humanos, por gracia de Dios, nacemos con un par de hermosas alas; y es nuestro deber cuidar de ellas para no dejar de ser ángeles. A partir de una redacción metafórica, quiero establecer que todos, absolutamente todos, desde el instante de nuestra concepción, somos seres libres de toda suciedad; es decir, ninguna persona nace siendo mala. Eso de que “el hombre es malo por naturaleza” es una pamplina.
“Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro”, detalla uno de los capítulos del Génesis, el primer libro de la Biblia. Haciendo referencia a lo citado anteriormente, quiero establecer (utilizando una perspectiva doctrinal católica) que nada malo proviene de Dios, sino que todo lo que surge del Creador está exento de impurezas.
Por lo mismo, los seres humanos (no excluyendo a otras criaturas) nacen libres de toda corrupción. Vivir siendo un niño es lo recomendable. Cuando se es niño no se poseen prejuicios, preocupaciones ni lamentos. Pero, ¿sólo cuando se es niño? A decir verdad, según los especialistas, podemos conservar por siempre a nuestro niño; cuidando de nuestros ideales y permaneciendo a un lado de lo que verdaderamente importa, que es vivir.
Lo anterior no implica hacer por siempre berrinches y no atender a nuestras responsabilidades. Vivir siendo un niño implica no parar de maravillarse ante la vida, luchar por nuestros más profundos anhelos y sonreír cada día.
Debemos ser esponjas absorbentes de todo lo bueno, repeliendo todo lo malo que recibimos de nuestro entorno. Un niño está libre de impurezas, y es tarea de los padres encaminar al pequeño para que permanezca sin corrupción alguna. Cuando se es un adulto esa tarea deberá de empoderarse, puesto que cada persona puede continuar trabajando para que no exista en sí cualquier especie de suciedad.
Y usted, ¿aún posee sus alas de ángel?
Ésta fue sólo una opinión, posiblemente, una verdad.
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