Laudato si’
Fractalidades
Por: Salvador Hernández Vélez.

Recientemente fui invitado a participar en un foro sobre la encíclica del Papa Francisco, Laudato Si’ (Alabado seas) Sobre el cuidado de la casa común. Como dice Leonardo Boff, uno de los teólogos y filósofos más reconocidos en el mundo por la corriente de la Teología de la Liberación: “es la Carta Magna de la ecología”.

Sin duda esta encíclica es un verdadero documento pontificio de ecología desde una perspectiva integral. Aunque el documento retoma una serie de planteamientos ecológicos que están a debate desde hace años, lo más importante es el hecho que el Papa asume públicamente un nuevo paradigma ecológico, según el cual todos los seres son interdependientes y están en relación. Es decir, no se puede abordar un problema sin pensar e incluir a los otros.

Existe la esperanza que Laudato Si’ alcance una influencia sobre los católicos en el mundo y los cristianos de otras denominaciones. Es la primera vez que una encíclica trata el tema del ambiente y la sustentabilidad. En ella el Papa aborda de forma global el tema de la ecología, como eje central. Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteamiento ecológico debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el de los pobres.

En este sentido, los más vulnerables y olvidados ocupan la preocupación central del Papa. Para el pontífice Francisco la causa de las desigualdades, opresiones y miseria generalizada, está en la forma en cómo tratamos a la naturaleza, explotándola en función de la acumulación de unos pocos, a cambio de la marginación de las grandes mayorías.

Para el Papa, la tecnocracia es la dictadura de la técnica, que ha traído comodidades para la Humanidad, imponiéndose a los procesos naturales, sin respetar los límites de la Tierra. Por eso él propone otra forma de habitar la Casa Común: respetando los ritmos de la naturaleza y la producción organizada, con vistas al mercado que genera una acumulación ilimitada para atender las necesidades humanas.

El Papa sostiene que nuestro desafío clave es cómo pasar de un sistema económico basado en la noción de crecimiento ilimitado a uno que sea al mismo tiempo ecológicamente sustentable y socialmente justo.

Hoy el Papa propone un crecimiento equilibrado: “(…) Hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde. Por eso ha llegado la hora de aceptar cierto decrecimiento en algunas partes del mundo aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes”.

La respuesta de la derecha católica norteamericana al Pontífice argentino, no se ha hecho esperar. Jeb Bush, precandidato presidencial republicano y hermano del expresidente George W. Bush, tras las declaraciones del Papa, desautorizó la encíclica papal por sus críticas al poder económico. Al mismo tiempo, un analista de la cadena norteamericana Fox News, Greg Gutfeld, dijo que “…el Papa es la persona más peligrosa del mundo” por sugerir que el cambio climático es un problema real.

Boff sostiene: “Estos grupos han perdido el sentido de humanidad y de respeto a la Tierra que nos da todo lo que necesitamos. Son enemigos de la vida y no asumen la misión que el universo y Dios nos ha dado, que es cuidar y guardar esta herencia sagrada para beneficio de todos”.

Por otra parte, en la encíclica, el Papa responde a los cuestionamientos de Lynn White en el sentido de que la religión judeo-cristiana es la principal fuerza instigadora del comportamiento erróneo que el hombre de los países industrializados tiene hacia la naturaleza, porque esta religión considera al ser humano superior a cualquier otra cosa creada y cualquier otra cosa ha sido creada para uso y disfrute de los humanos.

Hoy el Papa sostiene: “Si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas”.

También dice que es indispensable prestar especial atención a las comunidades originarias con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios.

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