TRUMP

Los aspirantes presidenciales del Partido Republicano suman diecisiete. Encabezan las encuestas Donald Trump, Jeb Bush, Scott Walker, Mike Huckabee y Ben Carson. Hasta ahora la contienda entre republicanos está llena de planteamientos que evidencian su ideología. Algunos botones de muestra: el senador Ted Cruz nos enseña cómo se hacen las cosas de modo diferente en Texas, enrollando tocino alrededor de una ametralladora que dispara, para mostrar cómo se cocina de otra manera; el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, declara que un sindicato nacional de maestros merece un golpe en la cara; Mike Huckabee indica que con el acuerdo con Irán, Obama está llevando a los israelíes a las puertas del horno y, como lo hizo de nuevo el gobernador Scott Walker, no dejan de promover dudas sobre si Obama es un musulmán clandestino nacido en Kenia. Otros exhiben su desacuerdo por el  restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, y también hay quienes afirman que no hay evidencia del cambio climático.

Es lamentable el nivel intelectual de la política norteamericana, de la disque democracia más adelantada del mundo.  Primero fue Sarah Palin. Luego, Michele Bachman. ¿Y ahora, Donald Trump? Pero a pesar de todo Trump es la nueva sensación de los medios. En los últimos fines de semana, ha sido entrevistado en muchos programas. En ellos ha cuestionado el certificado de nacimiento de Obama. Y, oh, sorpresa, después del debate entre republicanos la encuesta la lidera Donald Trump entre los votantes conservadores, lo que significa que hay un fuerte respaldo por su retórica. Esto es, el electorado republicano quiere exactamente lo mismo que Trump, y a la vez son ellos los que están en desacuerdo con los votantes latinos que su Partido Republicano está desesperado por conquistar. Los necesitan, pero los atacan.

Aunque los del partido de Lincoln quieran mostrar su distancia con Trump, porque está exteriorizando la barbaridad republicana, la posición de éste, es totalmente coherente con las políticas de su partido. El empresario pomposo, expresa sin tapujos, lo que su partido formaliza en forma de medidas, pero no se atreve a decirlo de frente. Hay muchos ejemplos en esta precampaña, uno de ellos es el comentario que hizo Trump de Megyn Kelly, de Fox News, al referirse simplemente a ella como una mujer histérica menstruando. A consecuencia de ello, Erick Erickson comentó en el Washington Post, que: “hay una línea de decencia que incluso un político profesional no puede cruzar”, y “hay límites de lo que es aceptable en un discurso”. A pesar de que el mismo Erickson, ha sido denominado el conservador más poderoso de América. También Ronald Reagan en plena campaña en 1979 dijo: “La economía de Estados Unidos no funciona porque los ricos no son suficientemente ricos y los pobres no son suficientemente pobres”.

Parece quedar claro que la forma en que Trump dice las cosas que los republicanos piensan pero no las dicen, incomoda a la dirigencia republicana, pero no a sus seguidores más conservadores. Les disgustó a los líderes republicanos que Trump usara las palabras “violadores”, “asesinos” y “matones” para referirse a los inmigrantes latinos y que se haya comprometido a construir un muro entre Estados Unidos y México.

Los colegas republicanos de Trump, aunque coinciden con él en su forma de pensar, se preocupan de que Trump les avergüence a través de su labia antiinmigrante. Los votantes conservadores que están encantados con la candidatura de Trump son la base social -desde hace años- del Partido Republicano, y Trump, con su estrategia de hablarles claro y de frente en contra de los derechos de la mujer, de los inmigrantes, y utilizando un lenguaje que les llega al corazón de sus actitudes sexistas y racistas, sigue disputando la candidatura a los otros contendientes republicanos.

Trump ha dicho en el pasado: “Yo digo lo que pienso”. Sería bueno que el resto del Partido Republicano haga lo mismo y sin máscaras admita públicamente sus coincidencias con el que encabeza las encuestas. Aunque el Partido Republicano en la Guerra Civil estadounidense enarboló las posiciones abolicionistas, en esos tiempos de avanzada contra las posiciones agraristas-esclavistas de los demócratas, hoy asume las posiciones más conservadoras y retrógradas. Sin embargo, para nosotros los mexicanos es lo mismo que gané un demócrata o un republicano

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