Mi OPINION.
Adrián Garza Pérez
agpconsultor@gmail.com
Reforma Electoral.
Empatar las elecciones locales con las federales es una exigencia de organismos no gubernamentales que ven en la “eleccionitis” un costo muy elevado en el país, que se paga con impuestos. Esto empieza a dar resultados: Puebla empezó en este año cambiando su Ley Electoral, de ello se deriva que Rafael Moreno Valle Rosas se valla un año antes de terminar su sexenio y que el estado tenga una Miniguberatura de menos de dos años. Veracruz De Duarte De Ochoa, hace lo propio. Una Gubernatura de dos años empezando en 2017, fue validada por la Reforma local conveniente. Los gobernadores que entienden el rol democrático y el ahorro de recursos, se suman a la iniciativa de empatar calendarios.
¿Quién sigue? Son doce gubernaturas que se renuevan en 2016: Puebla, Veracruz, Sinaloa, Tlaxcala, Aguascalientes, Durango, Zacatecas, Chihuahua, Tamaulipas, Oaxaca, Hidalgo y Quintana Roo. En 2017 terminan los gobiernos de: Coahuila, EDOMEX, y Nayarit, estos tres estados debieron modificar sus leyes locales y sumarse a la inercia nacional. En 2018 culminan periodos constitucionales: Yucatán, Tabasco, Morelos, Guanajuato y Chiapas, estás cinco entidades empatan naturalmente con la Elección Federal (presidencial).
En Coahuila la cosa cambia, la Reforma Electoral del 16 de agosto, se quedó corta. Los intereses del gobernador no permiten el empate total de elecciones. Seguirá la elección de gobernador para 2017, de seis años; piensan que impondrán candidato y que el moreirato “jineteará un tercer sexenio”, cuando menos. Los alcaldes (que solo en Coahuila son de cuatro años) tendrán un periodo de solo un año, con posibilidad de una reelección. Dicen los agoreros del Gobernador que Coahuila se democratiza, pero los cambios se hacen parciales, no de fondo ni acordes con la tendencia nacional, y son claramente acomodaticios; suceden en el cuarto año de gobierno, a uno de tener candidato.
Dejar las alcaldías de un año, lleva un interés perverso: inhibir la participación y evitar otra paliza electoral como la de las elecciones municipales pasadas, que de paso van acompañadas con la elección a Gobernador; menos participación sube las probabilidades de triunfo (campañas opacas que inhiban el voto), como pasó con las elecciones legislativas recientes. Hay una intención oculta también de aguar la fiesta a los aspirantes a alcaldías que no son del minigrupo del gobernador, parece mentira pero creen que pueden heredar alcaldes y diputados antes de irse. Incluye el voto de los coahuilenses en el extranjero, solo para la gubernatura.
Las candidaturas independientes (sin candados) a partir del siguiente proceso electoral y la equidad de género en postulación de alcaldes. La reelección de legisladores hasta por 4 periodos (una exageración del tema), que procederán si la postulación es realizada por el mismo partido o por cualquiera de los partidos integrantes de la coalición que lo hubiere postulado, salvo que haya renunciado o perdido su militancia antes de la mitad de su mandato.
Los partidos locales que no alcancen el 3% de votos en la elección de gobernador o diputados locales perderán el registro y se establece que ningún partido tenga un porcentaje de 8% (mayor o menor de legisladores). Coahuila celebrará en 2017 elecciones de alcaldes, diputados locales y gobernador. En el 2018 elecciones de alcaldes por un año. En el 2020 comicios de diputados locales. En el 2021 serán elecciones de alcaldes y legisladores federales. ¿Dónde está el beneficio y el ahorro, más allá de coyunturas y de conveniencias?
La candidatura presidencial, el destape en el PRI, para noviembre o diciembre del 2017 o para enero o febrero del 2018, eso puntualiza el Coordinador de la Bancada del PRI en el Senado, Emilio Gamboa Patrón, quien pareciera emisario que serena ánimos y enjundias tempranas en el tricolor. Todo depende de los adelantados, que ya buscan dar rubor desde ahora, a sus pálidas aspiraciones.
La actividad electoral y el árbitro (INE y Oples) resultan insultantemente caras al pueblo. Debe empatarse elecciones, recortar tiempos y gastos de campaña, liberar las candidaturas de candados a la democracia, y sancionarse el desvío de recursos y la intromisión de los gobiernos en el proceso. ¡Reforma Electoral, queda debiendo!






