En el año de 1994, un presunto Sicario, ataco con un arma de fuego la propiedad del periodista Jose Guadalupe Robledo con motivo de intimidar al periodista por sus labores periodisticos.
Testigos y demandas fueron interpuestas por el afectado, sin embargo; en el paso de los gobiernos iha sido ignorado!

El atacante en ma actualidad, es consejero electoral en el Instituto Nacional Electoral del Estado de Coahuila (Antes IEPCC), y segun versiones de personas internas del instituto, busca su reelección.

Dejamos aquí una carta abierta hecha por el periodista para que usted mismo juzgue con su criterio:

Carta abierta
Un sicario como suplente en el IEPC
 (Fue enviada a Rogelio Montamayor, Enrique Martínez y Humberto Moreira en los mismos términos cuando fueron gobernadores pero procuradores no siguieron investigación diciendo que el agresor había muerto)
A sabiendas de su apretada agenda, seré breve al informarle algo que me preocupa, y que tiene que ver con un atentado que sufrí hace más de 13 años, mismo que quedó impune por instrucciones de quienes gobernaban a Coahuila en esa época, me refieron al entonces gobernador Rogelio Montemayor. La historia de aquella alevosa agresión todavía ronda en mi mente y se la daré a conocer en los siguientes párrafos.A finales de noviembre pasado, por un periódico de la localidad me enteré que con motivo de la designación de Marco Antonio Kalionchiz como nuevo consejero del IEPC, llegaban también cinco suplentes, entre ellos el sicario Alberto Campos Olivo, quien se alquiló la noche del 10 de junio de 1995, para balear -junto con otro malandrín- un carro de mi propiedad a las puertas de mi domicilio familiar, causando pánico entre mi familia (mi esposa y cinco hijos menores de edad), con el fin de amedrentarme para que cesara mis críticas en contra del corrupto gobierno de Rogelio Montemayor Seguy.Al llegar a mi casa en las primeras horas del 11 de junio, luego de festejar con mis amigos periodistas el día de la libertad de expresión, me percaté que algo había sucedido, pues todas las luces internas y externas de mi domicilio se encontraban prendidas. Luego mi esposa me platicaría que alrededor de las 11 de la noche, desde un carro en movimiento habían disparado al auto estacionado enfrente de nuestra casa.A pesar de que era de madrugada, inmediatamente me dí a la tarea de investigar lo que había pasado cuando yo me encontraba ausente, y busqué al velador de la panadería Mena que se encuentra a la entrada de la privada cerrada donde vivo, el señor Román Mora Sosa, quien me contó que había visto a los agresores y al auto desde el cual cometieron su cobarde acción, porque a esa hora se encontraba a la entrada de la privada, y los había visto debido a que tuvieron que hacer alto antes de salir a la calzada Madero. Incluso señaló, y así lo declaró después, que al detenerse para salir de la privada, los malandrines se percataron que don Román los estaba observando, por lo que el conductor se tapó la cara y el acompañante se volteo para evitar que le viera el rostro. Don Román me contó que los sicarios “eran dos tipos de complexión robusta que parecían porros”, y me proporcionó los generales del automóvil en que viajaban: un auto Chevrolet Century, con placas de circulación: EUC 2624. Con estos datos, en la mañana del 11 de junio de 1995, acompañado de un grupo de amigos periodistas fui a poner mi denuncia ante el entonces Procurador Humberto Medina Ainslie, quien desde un principio mostró su menosprecio por el atentado que había sufrido, pero ante mi insistencia y la de mis acompañantes, comisionó a un grupo de ministeriales para que esclarecieran el asunto.En ese grupo de investigadores pedí que se integrará a un amigo de juventud, Francisco Javier Rodríguez “El Bebo”, que en ese tiempo era policía ministerial. Por él me enteré del tortuguismo en las investigaciones y de la expresión que tuvo para el caso el entonces Director de la Policía Ministerial, Héctor Gutiérrez Cabello (ahora inútil Director de la Policía Municipal de Saltillo), quien advirtió al grupo investigador: “Esto es puro circo. No le den importancia a la denuncia. Robledo se autoagredió”. Era lógico, yo estaba criticando al gobierno montemayorista, y tanto Gutiérrez Cabello como el Procurador, eran beneficiarios de la corrupción gubernamental.Debido a ello, la Averiguación Previa Penal número S-1-1075/995 se diluyó en la burocracia judicial. Sin embargo, en los dos siguientes días del atentado, me dí a la tarea de investigar por mis propios medios los datos que me había proporcionado, a unas horas de la agresión, el velador Román Mora Sosa, mismos que le fueron dados al Ministerio Público.Dí con el auto utilizado en la agresión, lo encontré en el estacionamiento del domicilio familiar del delincuente Alberto Campos Olivo, ubicado en Sierra Mojada 2410 de la colonia del ISSSTE, descubriendo que dicho automóvil estaba a nombre de un amigo mío ya fallecido, el profesor Félix Campos Corona, y que lo usaba cotidianamente su hijo, el sicario Alberto Campos Olivo.Ante el tortuguismo ministerial, el 15 de junio volví a la Procuraduría para informarles del resultado de mis investigaciones personales y llevando como testigo al señor Román Mora Sosa para que hiciera su declaración. Ese día don Román reconoció el carro desde donde habían disparado los agresores y a uno de los maleantes: Alberto Campos Olivo, cuya complexión era exactamente igual a la descrita por mi testigo. En la fecha de la agresión, Alberto Campos Olivo era ayudante en una sala del Tribunal Superior de Justicia. Tiempo después lo nombrarían ilegalmente Juez Penal sin tomar en cuenta sus antecedentes delictivos, seguramente en pago a sus servicios de sicario. El año pasado, también por la prensa me enteré que Campos Olivo entregaba la Presidencia del Club Rotario, pero no me importó, finalmente cada organización social tiene a los representantes que merece.Pero esta vez, señor Gobernador, deseo ponerlo al tanto de este asunto que me sigue molestando. Y conociendo de las prescripciones legales, sólo le pido que considere esta denuncia pública, y evite que el sicario Alberto Campos Olivo continúe en el IEPC, ya que un delincuente no puede ni debe ser funcionario judicial ni consejero electoral.
Respetuosamente:José Guadalupe Robledo Guerrero.

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