En la Feria del Libro de Arteaga 2015 (FILA) presenté el libro “La Educación Agronómica en México y los Paradigmas Agropecuarios”, de Temístocles Muñoz López y José María Guajardo Espinoza, editado por la UAdeC.
Sin duda, no hay una sola realidad agropecuaria, hay muchas realidades, mismas que analizan los autores.
Al mismo tiempo, nos dejan de entrada las siguientes preguntas: ¿Cómo se forman los paradigmas? ¿Qué relación tienen con la actividad agropecuaria? ¿Y ésta, a su vez, cómo influye en la educación superior agronómica y viceversa?
En el texto observamos las diferentes etapas del agro y la formación de los agrónomos a través del tiempo. Los autores sostienen que la mayoría de los modelos con los que se forma a los agrónomos están estancados y atrasados. Los autores, nos comparten la posición de Lynn White que apunta que la religión judeo-cristiana es la principal fuerza instigadora del comportamiento erróneo que el hombre de los países industrializados tiene hacia la naturaleza.
Esto es debido a que esa religión considera al ser humano superior a cualquier otra cosa creada, y ésta, por tanto debe ser para uso y disfrute de los humanos. Lo que acaba de pasar en nuestro Estado, el pasado 25 de mayo, en Acuña, es una muestra de que nuestro medio ambiente ha colapsado, y que de seguir este camino sufriremos las consecuencias de los cambios climáticos.
En este trabajo se precisan los paradigmas de la producción agronómica en su contexto histórico. Se asume que el modelo vigente no ha cambiado en sus principios fundamentales, desde hace décadas, y que, además, en la década de los 90 e inicios del siglo 21, se percibe una transición amplia y profunda del País en el contexto de la globalización y, por tanto, en una mayor explotación de los recursos.
Por ello, para resolver los problemas que nos plantea el agro mexicano y la educación agronómica, es importante reformularlos de otra manera. Parece que la mirada del jefe Piel Roja de Seattle en 1855, es el cristal que debemos usar para “mirar diferente”. El jefe Piel Roja le contesta al Presidente de Estados Unidos su petición de comprarle sus tierras, así: “Nosotros estamos seguros de esto: la tierra no es del hombre, sino que el hombre es de la tierra. El hombre no teje el destino de la vida. El hombre es solo una hebra de ese tejido. Lo que haga en el tejido se lo hace a sí mismo”.
También en el texto, los autores nos invitan a investigar el vasto territorio virgen que aún tenemos para la producción de alimentos y usar de manera adecuada los recursos hídricos. Dicen que las plantas constituyen una fuente abundante de medicamentos naturales. Que hay todavía muchas por explorar, que ha sido analizado únicamente el potencial farmacéutico de aproximadamente el 10 por ciento de las especies del planeta (Morcillo Ortega. 2009, p. 42).
El modelo de desarrollo agronómico modernizador, ya resulta insatisfactorio e incapaz de dar respuesta a las problemáticas surgidas por los nuevos retos del hambre y el deterioro ambiental, por lo que hay que abrir nuestra perspectiva a nuevas realidades, y dar prioridad simultánea al respeto por la cultura tradicional y la naturaleza.
El patrón cultural que asume el modelo ya agotado es que la naturaleza es del hombre, que los recursos naturales son de su propiedad, y en consecuencia, dada la función del valor de cambio impuesto por el mercado, éstos son expoliados brutalmente sin reparar en las consecuencias ecológicas y socioculturales.
Los autores nos convocan a asumir que el hombre es parte del ambiente y sus actividades tienen impacto global en el planeta, por lo que los conceptos claves deben ser los de protección, producción y restauración. Importar modelos para sobreponerlos a la realidad mexicana, sobre todo en el sector agropecuario, ha causado serios daños a nivel económico, ecológico y cultural, y ha dejado como consecuencia la pérdida parcial del conocimiento local sobre el manejo de los recursos naturales y la producción del campo sin dañar la naturaleza.
Lo que se demanda es una conciencia ecológica en nuestro País, con un nuevo humanismo que rescate de la tradición sus valores personales y sociales, que proteja e incluya a los grupos desfavorecidos, que reconozca los derechos de las mujeres, y que brinde un trato especial a los marginados, y garantice los recursos suficientes para las generaciones venideras.
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