¿LO SABE TU FAMILIA?

Cuando haces esta pregunta al azar todos te miran con cara de ¿qué fumó el día de hoy?  y se les vienen a la mente tantas respuesta como la famosa teoría de estrategias de un juego complejo del matemático John Nash (recientemente fallecido), es más, Garcilaso me preguntó «¿Cómo que si lo sabe mi familia? ¡sólo que tú lo hayas contado!, porque a nadie más se lo he dicho», lo tranquilicé y le expliqué que me refería a que si su familia sabía todo los componentes de su situación financiera.

Caro -mi amiga la que vende bolsos afuera del colegio- contestó que primero les daba su talla, peso y edad a sus pretendientes antes de darles a conocer sus finanzas, entonces comprendí que la situación era seria. Replantee entonces la pregunta, además de ti, ¿quién conoce tu situación financiera? (imagina que no estás en este planeta, o estás incapacitado) ¿quién sabe de manera exacta dónde están tus documentos?, Es más, ¿tienes un archivo formalmente organizado con tus documentos importantes? Todos, sin excepción, se me quedaron viendo con cara de «Nos quieres agriar la final, por favor ve con tus preguntas a otro lado».

Fue hasta que les comenté que de una gran mayoría de cuentas bancarias el beneficiario nunca se entera que había esa cuenta y el dinero se pierde, que me prestaron atención, es más, proseguí, hay seguros de vida que nunca se cobran porque los beneficiarios no fueron informados que existía.

Mi experiencia me indica que la mayoría de los clientes en el sector financiero «patinan», «resbalan», «se hacen occisos» (y ociosos) antes de responder dos preguntas: ¿cuánto gana? y ¿quién conoce toda su vida financiera?

He conocido esposas que ignoran de manera absoluta la situación de los negocios de sus esposo, en cierta ocasión una clienta me dijo «Esas son cosas de hombres», tardamos más de dos años en integrar el expediente financiero de su esposo, cuando por fin concluimos, la señora me dijo en voz baja «También debió haber sido cosa de mujeres».

Uno de mis clientes tuvo que ser internado en el hospital y no podían pagar la cuenta porque nadie más tenía habilitada la firma de su chequera, ¡mi corazón sufre!, pues ya no se deberían de usar cheques con tantos medio electrónicos de pago que existen.

Todo lo anterior, que parece como sacado de libros de Ripley, forma parte de la vida de muchas personas que dejan que otros integren los documentos de sus propiedades, de sus cuentas bancarias e inversiones, y como siempre, hablo de clientes con grandes sumas de dinero y también de los que van empezando, hasta de los chavos que están recibiendo beneficios para su primera empresa.

Se me ocurre -porque consejos no doy-, que cada uno de nosotros debería de tener un expediente «para antes de partir» (y también para antes de parir, como decía Jovita, la sobadora de mi pueblo) en donde manifieste su última voluntad financiera, léase testamento, cuentas de cheques, inversiones, documentos, actas y acuerdos del negocio o bisne que se trate, e informar a los beneficiarios con anticipación, como dice mi mentor que sólo falte tu acta de defunción para que todo fluya.

Nos leemos en «Emprende Seguro», para mí es imposible olvidar mi origen playero, así que ¡feliz día de la Marina!, los marinos que conozco, desde la secundaria sabían cual era su vocación cuando nos preguntaban qué íbamos a estudiar, ellos contestaban «Yo me voy a la Naval (o a la Náutica)», un saludo y mis respetos a todos ellos en su día.