MI OPINION.
Adrián Garza Pérez
agpconsultor@gmail.com
Elecciones en puerta.
A cuatro días de terminar legalmente las campañas políticas y a siete del día de la elección, los partidos y los candidatos, andan revueltos y revolcados, envueltos en dimes y diretes, en descalificaciones y denostaciones; en diatribas y grabaciones, que los exhiben de cuerpo entero, que los enlodan en el fango electoral. Lejos quedaron las propuestas, el debate de las ideas, la confrontación de plataformas y proyectos de gobierno. Pocos son los candidatos, de entre casi mil, quienes recuerdan al elector que debe escoger: como quiere ser gobernado y por quien.
Una justa federal que renueva el congreso, los 300 diputados de mayoría y los 200 de regalo, los plurinominales (esos tan cuestionados, tan onerosos, agotados en su existencia para equilibrio a los pequeños, para dar voz a los no representados en la máxima tribuna nacional, la Cámara de Diputados; caja de resonancia de los grandes problemas nacionales.). Se eligen el mismo día nueve gobernadores, una suerte de congresos locales, de cabildos y de Jefes Delegacionales del DF. Es esta  una elección trascendente, una que cambiaría el estado de las cosas.
¿Podríamos decir que el balance es positivo, que recibimos luz y evidencias para votar bien; para elegir conscientes, informados y seguros del destino de las ciudades y del gobierno, de la gente y de los dineros públicos; que son nuestros? No estoy seguro de como contestar la pregunta. Me he confundido más que antes, más que otras veces. Soy un hombre maduro, entrado a viejo, he visto transcurrir sexenios y elecciones varias. Es esta la más rancia, la menos elocuente, la peor arbitrada. Se juega tanto y se sabe tan poco. Elegir es difícil, votar, será tanto como decidir a ciegas; pero hay que hacerlo, o lo harán otros, amablemente, por nosotros.
El país urge cambios y la mejor forma de iniciarlos es votando, y votando conscientes, con los ojos bien abiertos. Las quejas ciudadanas aumentan, el eco es ensordecedor; el reclamo a los partidos es legítimo, es hartazgo. Un rumor creciente contamina el ambiente por los decibeles del lamento. Todos sucede en un ambienté social ya viciado por las fifias y por la corrupción de malos funcionarios públicos que perdieron el rumbo o arribaron torcidos a la política, contaminándola con sus miserias. El vedetismo de los funcionarios que se envilecen y actúan con soberbia ante su pueblo, es agravio que subyace.
El pueblo ofendido, calla y asume rencillas políticas, que entristecen su alma y detienen sus sueños.
Yo vuelvo a gritar con voz del pecho, con certeza del alma, que la política no es mala, que son los políticos los que convienen a sus maldades y enlodan el quehacer público.
Esta mal el principio de solo tener candidatos que otros eligieron y de, solo entre ellos, tener que votar, pero así están las cosas, ya habrá tiempo de cambiarlas. Debemos votar ahora por el menos peor. Cierto es que es patético, injusto y viola nuestros derechos fundamentales, el que en la boleta estén solo los que unos pocos pusieron ahí para cubrir sus intereses, y tenemos que cambiar esa infamia social y política. Pero por lo pronto, votar es la opción.
A los dueños temporales de las  decisiones políticas, a los plagiarios de la política, a quienes la tienen secuestrada, les conviene que anulemos el voto, que no salgamos a votar.
Cuando la sociedad sale en masa votar, cuando defiende su derecho y empuja fuerte el destino político, las cosas salen mejor para el pueblo.
Hay democracia incompleta, es cierto. Sin elegir candidatos de entre muchos, de entre todos los que seamos, no es del todo democrático el resultado. “Demos y cracia,… el poder del pueblo y para el pueblo”.
Estas elecciones en puerta son importantes, trascenderán el estado de las cosas. En las condiciones que hay, con las insuficiencias y vicios, con los avances y ventajas, hay que votar, libres e informados. Las frustraciones serán mayores, mañana que reflexionemos en el hecho de ver todo tan mal, tan sucio y maniobrado, que dejamos se llevaron nuestro voto.
La lealtad es a nosotros, a nuestra familia. La lealtad es con México. A nadie debemos pleitesía, a ningún líder convenienciero tenemos que seguir ni obedecer. Votar si sirve, es nuestro derecho y nuestro deber; nuestro poder.