OPINION.
Adrián Garza Pérez
agpconsultor@gmail.com
Espías perversos, espiados imbéciles.
Creció sin control el espionaje político. Se supone que hay regulación estricta en este sentido, en el de estar prohibido espiar. Leyes, códigos y reglamentos diversos, a nivel federal y estatal, sancionan esta conducta inmoral, interesada y perversa; pero toda esa legislación en la práctica, es letra muerta.
Los gobiernos, escudados en la inteligencia policial, y la prevención de la delincuencia (que evidentemente los ha rebasado y contaminado), espían a discreción: a contrarios, a periodistas, a empresarios, a ciudadanos destacados y sobre todo a otros políticos. Los gobernadores no tienen control alguno, espían a todos, menos a los que deben.
Salen a relucir grabaciones en muchas entidades, el propósito denostar a los candidatos o a los gobernantes, evidenciarlos cuando son ciertas o quemarlos mientras aclaran. Y hay que decirlo fuerte, es ilegal grabar, es inmoral espiar, y debe aplicarse la ley con contundencia, sin excepciones. Pero, también hay que decirlo, producto de esas ilegitimas grabaciones, se descubren “perfiles imbéciles” de gente que conocíamos como personas cuerdas, inteligentes y éticas.
Casos recientes como: la empresa OHL que, con una grabación, enloda en el fango de la corrupción a funcionarios de EDOMEX y del DF, que hasta hoy solo le costaron el cargo al titular de comunicaciones en EDOMEX.  O las grabaciones al presidente del INE, que lo retrata como es; sectario, racista y payaso, pero que nadie ha anunciado una investigación, aunque el espiado denunció ante PGR. O las de la candidata del PRI en NL, “que la coluden” con desvíos de millones, y hasta ahora solo ocasionan memes y le baja puntos en la encuesta política. Otra vez hay que dejar claro, todas las acciones de espionaje son reprobables y deben castigarse de inmediato, pero lo obtenido de las grabaciones, es material usable para medir al funcionario, y actuar en consecuencia.
Recuerdan el vergonzoso caso del “gober precioso”: Se quemó Mario Marín para siempre por lo que ahí se escuchó, nadie fue sancionado por espiar, y el seguimiento a lo dicho, no tuvo repercusión alguna. O los videos famosos del profesor egresado de la Normal de Ayotzinapa, apodado La Tuta, que costaron la chamba y la cárcel a algunos pocos de los muchos video grabados.
Hay quienes espían por contrato, es el caso de las crecientes empresas de seguridad, privada o particular, quienes amparadas en la ley, y en su laxa y convenenciera aplicación, venden estos servicios de espionaje, en aras de proporcionar control a sus contratantes, por sobre algún cliente, de gobierno o de otra empresa.
Los empresarios espían a sus empleados, a sus ejecutivos y a su sindicato; les controlan la información del servidor, de correos y toda información que salga o entre de su computadora de trabajo. Graban en pasillos, áreas comunes y en oficinas dentro de la empresa; no hay quien escape a este afán de conocer todo, de todos. No se sabe que los empresarios graben al gobierno, por si mismos, pero si se sabe que el gobierno los espía a ellos.
Los asesores de seguridad de los empresarios, en particular los israelitas, les aconsejan grabar todo en sus entornos, empresariales y familiares, no sé si el trabajo sucio lo hagan estos asesores, guaruras y pistoleros extranjeros, y si este servicio se extiende a  algunos políticos con los que hacen negocios. Si vemos el caso de OHL, entenderemos que estos españoles si graban a sus socios en el poder, y podría ser conducta general, cuando menos de los extranjeros en México, donde la violación a la ley es más grave; se violan, la relativa al espionaje, y la migratoria.
Las empresas de servicios de telefonía y otras, te graban las llamadas telefónicas cuando acudes a ellos para reclamos y aclaraciones; lo hacen sin tu consentimiento y justifican ser para calidad en el servicio. Si bien te fue, te informan cuando ya fuiste grabado y acaba la conversación. Ellos tienen pruebas editables contra ti, y tú, estas en desigualdad de circunstancias.
Grabar a personas, a instituciones, o a empresas, sin su consentimiento, es conducta ilegal e inmoral.