SALVANDO LO INSALVABLE
El dinero y los ahorros que guardaste toda tu vida sirven para pagar la enfermedad del último año de tu vida…
Platicaba con Gina Tardini y Mariana Navarro del Centro de Atención en el Hospital de Oncología respecto al costo de las enfermedades terminales y la forma en que los pacientes (quien sufre la enfermedad) y los impacientes (familiares del paciente) abordan el tema (eso de impacientes fue de mi cosecha).
Esta columna trata sobre patrimonio, cómo crearlo y administrarlo, sin embargo existen eventos externos que no permiten su conservación (como una enfermedad) y provocan la destrucción del patrimonio de toda una vida. Primero que hay que dejar en claro el planteamiento, no es si gastar o no dinero cuando le han detectado una enfermedad terminal, sino utilizar (o no) este dinero en prolongar la vida de la persona enferma fantaseando a veces con curas mágicas cuando sabemos el final que se depara.
Me queda claro que la ciencia médica tiene como fin salvar vidas, y por ello los médicos invierten años de estudio e investigación. El tema no es si el paciente quiere gastar su presupuesto o no, ¡eso es claro!, el tema es que quien debería tomar las decisiones sobre su persona no está en condiciones de hacerlo, ni de conocer el abanico de opciones sobre su propia calidad de vida.
—Yo no entiendo de medicina —dijo mi amiga Caro, la que vende bolsos afuera del colegio, cuando me contaba el caso de un conocido con metástasis en hígado— dicen que la metástasis es como un paso antes de la antesala del cielo, sus familiares vendieron su casa porque alguien les dio esperanzas con un tratamiento que finalmente fue mal manejado, ahora hay una viuda con dos hijos sin un peso.
¿Con qué propósito se somete un enfermo a un tratamiento?, es seguro que con la idea de prolongar la vida, la pregunta que se debe plantear es ¿para qué?, ya que en muchos casos la decisión se toma con base en las emociones, mientras que la realidad económica provoca que las familias entren en conflicto, incluso fracturan su relación y al final quedan culpas respecto a quién tomó las decisiones, en qué momento se tomaron, amén de la afectación total del patrimonio.
En la Economía de la Salud el paciente puede decidir los tratamientos a los que se someterá -por supuesto en etapas tempranas de la enfermedad-, esto se conoce como voluntad anticipada del paciente, lo único que tiene que hacer es ir ante un notario y determinar cuál es su voluntad respecto a los tratamientos que desea someterse cuando ya no esté en condiciones de tomar decisiones. Ante el notario se elige un albacea (puede ser o no familiar de la persona enferma) y se le faculta para que tome decisiones, por ejemplo, no seguir con tratamientos que prolonguen innecesariamente la agonía, o la no utilización de algún medio artificial para prolongar su vida.
Me dice mi Amigo el Agrio (el que cuando se desmaya en lugar de volver en sí vuelve en no) que existe un incentivo en prolongar la vida, ya que cuando los pacientes cuentan con un seguro de gastos médicos no es su dinero el que se invierte en los tratamientos, lo que me llevó a reflexionar si los seguros médicos son una mutualidad, es decir, que se paga entre todos (los sanos y los no sanos), de esta manera, entre más enfermedades de este tipo tengamos, se prolonga el costo y la curación, pues con el paso del tiempo los seguros médicos serán impagables.
Este tema da para más, pues mezcla la emoción y el patrimonio, así que nos leemos la próxima en «Emprende seguro». Por esta ocasión no tendré ningún comentario jocoso al final…






