MI OPINION.
Adrián Garza Pérez
agpconsultor@gmail.com
Enrique Martínez y los Moreira. (3)
El gabinete de Rubén, al arranque del sexenio, fue tan parchado que se conformó con muchos de los pirateados de los grupos políticos desmembrados, a todos mareó, y convenció que eran los herederos del poder; y vamos que se lo creyeron algunos ilusos y ambiciosos. Hábil, otra vez, puso a todo el gabinete a limpiar la casa, que supuraba pus por cada poro.
Siguió la estrategia de no dejar reconformarse a los grupos politicos, a los más duros, como el del ex gobernador EMYM, los puso a prueba de otra forma… Convenció al ex gobernador, de que su primogénito contendiera por una diputación federal, ello, le dijo, proyectaría la carrera interrumpida por culpa de su obtuso y mal agradecido hermano menor, Humberto. Con el concurso de otro Moreira, el líder magisterial Carlos Ariel, “sabotearon” a Enrique Martínez Morales, y de paso a Hilda Flores, y hasta el primogénito de otro exgobernador lagunero, que tampoco convenía que creciera. Así, por el efecto del complot de “la confusión y los votos nulos”, perdieron Enrique, Braulio e Hilda; la diputación federal y las dos senadurías.
Tiene tres años limpiando la casa Rubén, claro, cada vez que su hermano, saca la cabeza, el gobernador hace resurgir el tema de la mega deuda y lo agacha. Había tendido una gran cortina frente al fantasma de la deuda, renegoció en varias ocasiones y volvió a saquear las arcas de los fondos de pensiones, solo que ya están tan quebrados que no hay como seguir. Toma el dinero de las participaciones a municipios y a entidades, incluso a universidades públicas; aun así no es suficiente. Todo iba bien hasta que decidió que era su tiempo, que era injusto que se dedicara a pagar y a limpiar el tiradero ajeno; haría mucha obra como su hermano hizo, y también heredaría la deuda.
Mal asesorado por algunos momios a su alrededor y por el peor de todos en asesoría y estrategia financiera, él mismo; se dejó caer de bruces en torno al espejismo de la energía y los energéticos. Compró tierras, contrajo sociedades opacas, invirtió recursos del estado, y comprometió aún más la débil economía; y luego, sucede el terremoto de los precios del petróleo y el gas, y hasta del acero… Se acabó la energía. Se despertó asustado de su sueño guajiro, y vinieron los recortes presupuestales millonarios. La quiebra estatal solo espera el paso de la elección federal para anunciarse. No hay dinero para pagar, hay que renegociar otra vez. Más años, seguir exprimiendo de los intereses para pagar nómina y vicios estructurales. Algunos de sus socios o familiares, son candidatos o ya fueron electos.
Enrique Martínez Morales tenían el beneplácito del PRI para buscar de nuevo la candidatura federal y resarcir el daño de hace tras años; a última hora, Rubén movió sus tentáculos, y vía su esposa y aliados en el DF, derribó sus aspiraciones. Un golpe artero más al martinismo, golpeando en donde más duele, en la familia.
El trabajo de Enrique Martínez y Martínez lo ha posicionado fuerte en el gabinete federal, es Secretario de Estado, pero es también, ajonjolí de todos los moles presidenciales. Su hijo, refugiado en Nuevo León, con una carrera propia, despliega un trabajo eficiente en un área estratégica compleja, la Delegación Federal de Economía. Fiel a su arraigo, y para fortalecer al PRI, en estas contiendas federales, usa sus tiempos libres, fuera de horarios de gobierno. Su madurez política lo conmina a no guardar resentimientos y apoyar a su partido y a los candidatos que lo representan, acá en su tierra coahuilense.
El choque de trenes entre el martinismo y los Moreira, es inminente; si Humberto, se pone las pilas, entiende el aquelarre que contrajo su hermano mayor y se zafa, a tiempo. Saldría bien librado. Rubén parece estar de acuerdo con Humberto solo en lo que les conviene mutuamente: limpiar la casa, y pavimentar la salida del moreirismo lo más limpiamente posible. En cualquier escenario posible, el choque entre Rubén y EMYM es inminente; sacará chispas y sucumbirá el más débil.
Rubén aun no limpia bien la suciedad y ya distrae recursos a Hidalgo para “coachear” la precandidatura de su esposa por la gubernatura; la tercera dice Rubén, la tercera que él logrará. La verdad es que la señora Viggiano de Moreira tiene carrera sólida, tiene agudeza y carácter, y aliados poderosos en el gabinete federal, pero cierto es que la mala fama de los Moreira le ha ido trasfiriendo el hándicap a su inteligente rival, el senador David Penchina, que con la reforma energética se instaló por delante de la abogada en la carrera estatal. Beltrones, que no guarda afectos al moreirismo, prepara su alfil, Omar Fayad, otro senador, para sacar la delantera a Viggiano y a Penchina, cual tercero en discordia.
Rubén (sus cercanos, sus socios y aliados, sus familiares y allegados), cosechará lo que ha sembrado. Ser maquiavélico, malagradecido y golpeador, es un camino complicado. El futuro, aunque no está claro, le depara sorpresas. Al tiempo.






