OPINION.
Adrián Garza Pérez
agpconsultor@gmail.com
Enrique Martínez y los Moreira. (2)
En el gobierno de Humberto, en su sexenio, por razones que no alcanzo a comprender del todo, su hermano mayor Rubén jugó un rol excesivo. Contralaba Rubén, en sexenio ajeno, las áreas judiciales, las áreas jurídicas, y en especial la policía y la procuraduría, que por su maquiavelismo, unió en una sola. Era funcionario incluso del área de gobierno, donde fungía como subsecretario y mandaba como secretario plenipotenciario. Cobraba y pagaba y volvía a cobrar: sueldos y dividendos; aseguran los allegados de ayer y olvidados de ahora, que cobró… prerrogativas, giros blancos y otros no tanto.
Con esa habilidad que él niega a otros pero que yo si le reconozco, fraguó Rubén (esa sí) su campaña y llegada a la candidatura al gobierno; haría historia, lograría lo que nadie en el PRI del país, que su hermano le heredara la gubernatura, en nepotista expresión, por su voluntad personal, no la de quien heredaba. La publicidad, el presupuesto, el personal, y sobre todo la popularidad de su hermano y de su gobierno populista, fueron usados hábilmente por Rubén.
Parte de la habilidad que Rubén presume consiste en su plan macabro de desarticular a casi todos los grupos de poder en Coahuila, y una vez destruida la unidad y presencia de estos grupos, el pirateo de sus principales activos. Ello incluyó a los grupos de exgobernadores y del anterior incluso; evitó Rubén, con un poder que debimos advertir desde entonces, que Humberto honrara un compromiso moral, sugerido por él mismo: apoyar la carrera personal de Enrique Martínez Morales, que se construía, paso a paso, por méritos propios. ¿Fue desleal Humberto o lo doblegó su hermano?
Convencía Rubén a su hermano o este se dejaba convencer fácilmente, que Enrique Martínez no era su amigo, que fue gobernador solo porque le hizo caso a él, que su estrategia funcionó. Que EMYM le había heredado un estado en ruinas. Mentía Rubén y Humberto navegaba, había razones extrañas que le hacían sucumbir a todas las estratagemas de su hermano y hasta a sus inquinas personales; una especial con EMYM. Enrique Martínez entregó el estado a HM, sin deuda (con “cero deuda”), con obra y empleo. La sensación de inseguridad era muy baja, y el crimen, estaba controlado y con índices delictivos menores. Y eso se decía fácil, pero con la contaminación de NL, Tamaulipas y Zacatecas, era meritorio.
A instancias de su hermano Humberto, o solo como el presume, Rubén logró lo imposible, que la caja de pandora del PRI se quebrara, amén del mal ejemplo nacional, y un hermano heredara al otro. Fue candidato y es gobernador. Fueron hábiles ambos hermanos en ocultar lo más posible la información de la deuda histórica y desproporcionada que se heredaba a los coahuilenses, para que fuese pagada con impuestos y con más impuestos, por sexenios varios, unos seis, más o menos. Humberto entre tanto, hábil e inteligente, dejaba la gubernatura un año antes y conseguía ser el presidente del CEN del PRI. No ha dicho Rubén si en ello también jugo él un papel definitivo, y nadie tuvo mérito ni capacidades.
Rubén gobernador y Humberto en el PRI nacional, fórmula ideal; el tema de la deuda explotaba el ambiente y Rubén capoteaba el vendaval. Parecía entonces que el nuevo gobernador era una víctima del engaño del hermano sinvergüenza que le ocultó hasta a él, su padrino y artífice político, el tamaño enorme de la deuda, y de ella las falsificaciones y claroscuros que recién impactaban al estado y a sus nobles y agachones habitantes. Rubén, el único capaz e inteligente, y ahora, inocente y engañado… Cómoda y sínica estrategia.
Fue perdiendo Humberto su prestigio, su popularidad y hasta sus alianzas, mucho tuvo que ver su hermano mayor en ello; pero también él, empeñado en ejercer su liderazgo nacional, peleando contra el presidente Calderón y contra otros gallos dentro del PRI, con espolones y navajas, que no eran de su tamaño (Beltrones, Enrique Martínez, Fidel Herrera, etc.). Su hermano Rubén, engolado con el poder y frustrado ante la andanada social y política, y la enfermedad que salía a la luz, aunque la padecía desde la campaña, dejaba caer todo el peso de la culpa a su hermano. El lema del deslinde: “una nueva forma de gobernar”. El dinero ya se le notaba al gobernador; iba cambiando residencia: (primero del Valle de las Flores a la Bugambilias de los Abramo Masso, luego a San Alberto de Los Salinas; a la “casa blanca de 100 millones”). Compró propiedades y e inicio sociedades en ramos como la construcción y los energéticos, con socios y prestanombres, en la IP y el gobierno. TERMINA SEGUNDA PARTE.






