Al licenciado Blanco
Hace dos días, en la Universidad Autónoma de Coahuila se llevó a cabo la reunión “La Carta de la Tierra + 15”. En ella participaron instituciones de educación superior del Estado y del País; miembros de la sociedad civil, organismos gubernamentales y empresariales, quienes compartieron sus experiencias de estos quince años transcurridos e informaron de las acciones realizadas en torno a los compromisos asumidos con la Carta de la Tierra.
Al principio de la humanidad los terrícolas pusieron en el centro del universo a la Tierra. Se sostenía que los planetas y el sol giraban en torno a ésta, no se percibía que la Tierra se movía. Luego Copérnico, con una visión diferente, descentró a la Tierra y puso al sol en el centro; pasamos de una visión geocéntrica a una heliocéntrica. Con el paso del tiempo, producto de las observaciones de Tycho Brahe y sistematizadas por Johannes Kepler, se concluyó que los planetas –entre ellos la Tierra– giraban alrededor del sol describiendo órbitas elípticas.  Esta concepción se ha sostenido desde 1540, año en que Copérnico escribió su obra “De Revolutionibus Orbium Caelestium”. Y ahora, desde el año 2000 en que se signó la Carta de la Tierra, desde otra perspectiva, el hombre está de nueva cuenta poniendo la Tierra en el centro de nuestra atención y de nuestra preocupación.
Durante estos casi 500 años en que descentramos nuestro planeta, hemos alcanzado “un momento crítico de la historia de la Tierra”. Por ello en la Carta de la Tierra se sostiene: “Los patrones dominantes de producción y consumo están causando devastación  ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies. Las comunidades están siendo destruidas. Los beneficios del desarrollo no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobres se está ensanchando. La injusticia, la pobreza, la ignorancia y los conflictos violentos se manifiestan por doquier y son la causa de grandes sufrimientos. Un aumento sin precedentes de la población humana ha sobrecargado los sistemas ecológicos y sociales. Los fundamentos de la seguridad social están siendo amenazados. Estas tendencias son peligrosas, pero no inevitables”.
Este momento crítico de la historia de nuestro mundo se manifiesta en múltiples ejemplos. En lo que va de este año 2015, en diferentes partes del País se han presentado, “fenómenos atípicos”, así los llaman los conocedores de los mismos. Particularmente en La Laguna, el 8 de abril de este año cayó una “atípica” tormenta acompañada de granizo y con fuertes vientos. Las bolas de granizo alcanzaron hasta 3 centímetros de diámetro. Los destrozos que causaron son incalculables. Los vientos levantaron techos de ranchos en el municipio de Francisco I. Madero, y sacaron de raíz pinabetes, árboles casi centenarios. Las fotografías de las nubes y de la lluvia mostraron una especie de hongo. Un piloto aviador nos comentó: “Es un tower congestus, cúmulo nimbus, en su etapa de disipación. Muy peligroso para un avión. Tiene mucha turbulencia y corrientes de aíre fortísimas descendentes, con granizo de gran tamaño y nieve”. También aquí, en Saltillo, el granizo reclamó su presencia.
Estos fenómenos sin duda muestran un cambio climático en La Laguna. En lo que va del año la precipitación pluvial ya rebasó la media histórica anual de 220 milímetros de lluvia al año. En este contexto, el gobernador Rubén Moreira planteó en la reunión de “La Carta de la Tierra + 15”, los siguientes retos para el estado de Coahuila: Primero, cuidar la Sierra de Zapalinamé, que abastece de agua a Arteaga, Saltillo y Ramos Arizpe; segundo, impulsar el conocimiento del desierto e inculcar la protección de este sitio; tercero, salvar el Río Sabinas; cuarto, resolver la devastación que causa la extracción del carbón en la región Carbonífera; quinto, lograr el reconocimiento pleno de los pueblos indígenas de Coahuila como lo son los Kikapús, los Mascogos y ahora los Mazahuas, quienes se han establecido en la entidad; sexto, incrementar el número de áreas naturales protegidas y que el Parque Chipinque se extienda hasta Coahuila; séptimo, la protección del Cañón de Jimulco; octavo, disminuir las emisiones de la industria; el noveno, concluir los procesos de aguas residuales; y el décimo, que cinco municipios de la entidad dejen de ser de mediana marginación. Sin duda el cambio climático nos debe preocupar.
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