OPINION. 
Adrián Garza Pérez
agpconsultor@gmail.com
CONAGUA y su helicóptero.
“La historia es la mejor maestra, nos repetirá la lección, una y otra vez, hasta que la aprendamos”…
Usar los recursos públicos para asuntos personales y familiares, es tanto como el trascurrir de la vida común del político moderno, en casi cualquier rincón del país; y digo en casi, porque quizás pudiese salvarse algún pequeño sitio, pero lo dudo. Usar los vehículos terrestres y aéreos, para asuntos públicos, y personales, es cosa del diario.
Alguna lección obliga el asunto del helicóptero, alguna que invite a cancelar definitivamente el uso indebido de los dineros públicos, cuando menos en el burdo caso de pasear familia, amigos o invitados personales, en vehículos oficiales y con recursos del erario. Los combustibles y los sueldos de empleados, distraídos para estos efectos, tampoco debe repetirse.
Hay demasiadas leyes, el caos es grave por la sobre normatividad en el gobierno, y temas como este, son tan subjetivos, que cualquiera hace uso a discreción de los recursos del gobierno, que a final de cuentas, son del pueblo. La secretarias, los choferes, las gasolinas, los mozos, los ayudantes de todo y para todo; los vehículos oficiales, los aviones y helicópteros; son usados con cualquier pretexto.
La línea entre lo público y lo personal, es delgada; y permite el dispendio, la distracción. La modernidad ayuda. Las redes sociales ventilan privacidades y otros eventos que como el del helicóptero de la CONAGUA, nunca fueron privados, aunque su uso fuera personal. Los teléfonos inteligentes y las cámaras en ellos, que casi cualquiera trae consigo, y el servicio de internet (datos y voz), hacen posible el balconeo, la denuncia, y como ahora, la obligada reacción del gobierno.
En los estados y municipios el problema es, por mucho, más laxo, más grave. ¿Quién se atreve a denunciar a los gobernadores, y que elementos tiene a su alcance para probar las acusaciones? El gobierno es el que espía, el gobierno es quién regula, el gobierno es quién supervisa y tiene las facultades de sanción.
¿Aquí en #Coahuila, por ejemplo, quién sabe dónde andan los aviones, helicópteros o los vehículos oficiales, bueno quien sabe cuántos tienen en uso (comprados, rentados, prestados, conchabados; regenteados)? ¿Quién sabe el uso y destino de los viajes, de las historias en las bitácoras de vuelo; dentro el país y en el extranjero? 
¿Quién conoce de los pasajeros que los usaron, y el motivo de su uso (privado o público)?
En las entidades hay oficinas federales que tienen asignados aviones y helicópteros para uso en siniestros, en emergencias o en temas de seguridad; su uso nadie lo conoce, nadie sabe si es oficial siempre o hay excepciones… o si las excepciones, son el uso oficial.
Hay quienes usan las ambulancias áreas, los aviones contra incendios o las patrullas sin logotipos, para su uso personal. ¿Quién puede atreverse a hurgar en su uso? La seguridad es un tema intocable, es motivo de abusos de confianza y de excesos, como el del helicóptero de moda.
Si pagó el extitular de CONAGUA a SHCP el costo del uso del helicóptero, sumados: gasolina, tiempos y sueldos de empleados públicos que lo operaron, que lo sirvieron para moverse, desde el inicio hasta el final; se hizo lo correcto, si no, debe hacerse cuanto antes. Las sanciones adicionales a la renuncia (por conciencia o por organigrama), y al pago, por el abuso de confianza, están previstas en la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos.
¿Quién controla a los gobernadores si ellos designan a su Contralor? ¿Quién fiscaliza a los alcaldes si ellos designan a su Órgano Revisor? ¿Tendrán que ser las redes sociales; los brazos, ojos y oídos del pueblo, quienes denuncien y juzguen a funcionarios federales? El pueblo paga y el gobierno gasta…
La solución entonces: ¿Que el pueblo vigile, juzgue y sancione?

              
 




