MI OPINION. 
Adrián Garza Pérez
agpconsultor@gmail.com
Cada quién su Pascua. 
Cada quién merece una Pascua, una oportunidad de resucitar, de morir de sus amarguras, y revivir por los que ama.
Para vivir hay que morir, está es consigna obligada para quienes creemos en que la vida eterna es el fin, y que esta vida terrena es solo medio. Y aunque resulte confuso, la vida eterna es fin, pero sobretodo, de fondo; es principio.
Resucitar es algo bueno (eso de estar muerto no es negocio agradable), pero en la posibilidad de trascender, parece estar reservado solo para lo celestial; acá en la tierra, podremos renacer en el corazón si somos capaces de realizar un cambio interior tan trascendente; que parezca celestial.
La pascua de Resurrección nos recuerda el sacrifico de Cristo por nuestros pecados, y la obedecía del hijo ante el milagro del padre, que lo hizo carne para morir por los hombres, y resucitar para enseñarnos la fuerza de la esperanza.
La política parece alejarse de Dios, parece ser idea de los hombres contra los hombres; la política es una buena razón para cambiar. Quien desde la política logre recuperar el sentido del verdadero beneficio a los demás, sin desear el beneficio propio; habrá trascendido.
La empresa parece alejarse de Dios, parece ver en las ganancias una prioridad sobre los hombres; los negocios ventajosos son una buena razón para cambiar. Quien desde la empresa y los negocios, logre recuperar el verdadero sentido del beneficio a los demás, sobre el benéfico propio; habrá trascendido.
Las organizaciones sociales, los medios de comunicación, los comercios y las instituciones educativas, y tantas otras actividades sociales, parecen alejarse de Dios; parecen ver en la hipocresía y en los beneficios personales o de grupo algo superior a los benéficos de los demás; algo más fuerte que la razón final de ser limpios y verdaderos. Quienes desde la academia, desde los medios, desde las Ongs, logren alejarse de los radicalismos y la virulencia, de los negocios fáciles y de las mentiras disfrazadas de verdades; habrán trascendido. 
Nacer de nuevo, porque hemos resucitado, y permanecer al mismo tiempo en esta vida terrena, es tanto como pasar a mejor vida sin morirse; es una Pascua muy conveniente. ¡Felices Pascuas de resurrección!

              
 




