«Lo que Humberto Moreira le hizo a mi padre».
«El lobo feroz siempre será el malo, si solo escuchamos la versión de Caperucita».
El día de ayer tuve una conversación con mi padre por whatsapp, el me comentaba que había platicado con su buen amigo Humberto Moreira.
¿Qué dice de nuevas? -Pregunté.
Mi padre me dijo que estuvieron «chaleando» y bromeando un rato; pero nada se comentó de su regreso a la política. (Aunque algo haya comentado, mi padre no me lo diría ya que es una persona muy discreta).
Yo le dije a mi padre en alguno de mis comentarios:
«Para bien o para mal, es la mejor relación que tenemos y el haber sido gobernador nadie se lo quita».
A lo que mi padre replicó de esta manera  -textual- (copiado y pegado desde la conversación de whatsapp): 
«Mira, lo que yo digo es que me ayudó en ese momento que más necesitaba nuestra familia, si no, quién sabe que habría sido de nosotros y eso no se me olvida. Fue como los mormones que buscan en el periódico los obituarios y le llegan a las familias en esos momentos que más necesitan y se bautizan».
Lo que hizo Humberto Moreira por mi padre fue lo siguiente (les cuento la historia):
A principios de los 90’s después de la crisis de 1994, todo México se vio envuelto en una situación muy difícil. No había liquidez ni empleo.
Mi padre, un adulto joven con su esposa embarazada y 4 hijos, atravesaba problemas familiares y económicos fuertes. Uno de ellos: llevar comida a la casa.
Por más que buscaba oportunidades, no encontraba la puerta para poder ser un buen proveedor de su familia.
Con esta suma de situaciones y otras que omito para no aburrirlos con cosas tristes y mucho menos rayar en la lástima, a mi padre por fin se le presenta una oportunidad…
Otoniel Quezada, un viejo «amigo» de la juventud de mi padre (abogado él),  lo invita a participar en uno de los casos que trabajaba.
Cabe mencionar, que SEÑALO el nombre de este sujeto, ya que con alevosía y ventaja  engañó a todo el que se le puso 
enfrente (como a mi padre) y nunca puso un pie dentro de la cárcel (como mi padre). 
Continuo…
El «asunto» era cobrar un cheque de un juicio que se había ganado -según Otoniel Quezada- y a mi padre se le pidió ayudar llevando y trayendo algunos papeles que este ESTAFADOR le pedía.
Cuando terminaron la operación, a mi padre se le pagan sus honorarios con un cheque de caja (certificando su autenticidad), derivado del cheque «ganado en el caso».
Para buena o mala fortuna de mi papá, ese día de pago nace mi hermana menor por lo cual se vio obligado a ir a cambiar el cheque para los gastos del parto.
Ya en el banco -y después de negarse a darle un soborno al cajero del banco- una infinidad de policías llegaron al lugar a arrestarlo. El cajero lo denuncio, obviamente.
Ya en los separos, después de días de tortura física y psicológica, un «comandante» le informa a mi padre acerca de su «delito»: – «Usted esta aquí porque el el cheque que cobró es falso. Usted se ve una persona decente, díganos quién se lo dio». 
Mi padre, cansado y debilitado por tanta tortura física y mental le contesta al comandante:
-» No necesitaban golpearme, yo les voy a decir lo que me pregunten, no se que está pasando; qué hice, ni por qué estoy aquí». Nadie me ha preguntado nada comandante, sólo me han dicho: ¡dinos quién te lo dio! y no se ni de qué hablan».
Acto siguiente mi padre fue trasladado a un CERESO.
Dos años «estuvimos» presos -en esas situaciones no solo el encarcelado es preso, también la familia de alguna manera es esclava-. Finalmente mi padre es dejado en libertad, muy al estilo de «Presunto culpable» (la película). Mi padre fue encarcelado, juzgado y puesto en libertad.
Yo como hijo, conozco la integridad y el ejemplo que ha dado mi padre a sus hijos; sin embargo, usted puede hacer el juicio que quiera respecto a esto.
Pero tengo la obligación de contárselos para que sepan lo que Humberto Moreira hizo por mi padre.
Ya libre, mi padre se encarrilaba a su siguiente tempestad: ¡Rehacer su vida después de haber estado en la cárcel!
Las oportunidades eran escasas antes de tener antecedentes penales, ¿ahora cómo iba a ser?
Es ahí donde entra Humberto Moreira, un ángel para mi padre y mi familia.
Le llamo «ángel» debido a que en una situación tan precaria y con tanta necesidad, cualquier persona que te extiende la mano debe  ser llamado así.
Ya que de la mejor voluntad y sabiendo las necesidades, le da un trabajo a mi padre; una oportunidad…
5 mil pesos mensuales fue su sueldo inicial. 
Humberto Moreira en ese entonces apenas era Delegado Federal de una pequeña dependencia;  aún así, buscó la manera de colocar a mi papá.
Con el paso del tiempo, Humberto Moreira fue creciendo políticamente y a la par, como buen equipo, mi papá.
Humberto Moreira llegó a la Gubernatura de Coahuila y mi padre tuvo el honor de acompañarlo en esa  complicada pero noble tarea.
El agradecimiento de mi padre hacia Humberto Moreira no es por haberle dado los mejores momentos económicos de su vida (como muchos morbosos van a pensar); el agradecimiento de mi padre para Humberto Moreira es por que lo ayudó en los PEORES momentos de su vida.
Donde nadie más lo iba a ayudar.
¿Quién de ustedes ha hecho eso por alguien lectores?
El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. -Dijo Jesús.
Quiero cerrar este texto con esta última reflexión, finalizando como empecé con los mensajes que intercambiamos mi padre y yo a través de whatsapp.
En esta conversación le escribí a mi padre:
«Hay que esperar, a final de cuentas siempre sale el sol y no podemos depender toda la vida de él, no es su obligación». (De Humberto Moreira).
Mi padre me contestó:
«A final de cuentas, Humberto Moreira estuvo conmigo en los peores momentos de mi vida; ahora él  quizá está pasando los peores momentos de la suya. Es mi obligación estar ahí; si nada más se está en las buenas, ¡No vale!
Eso no es regresar la copa».
De ese GRAN tamaño es mi PADRE, del tamaño que fue el suyo…
Saúl Soto Molina.
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