El objetivo primordial de las Instituciones de Educación Superior es preparar a los estudiantes para que posteriormente, se integren a la economía y al trabajo. Un intento más, para hacer efectiva esta tarea, lo encontramos en los nuevos planteamientos educativos que nos hablan de la necesidad de que los alumnos estén en el centro del proceso educativo.De inmediato surge la pregunta: ¿Qué quiere decir que el alumno esté en el centro? ¿Cómo lograrlo, si las escuelas están diseñadas desde su arquitectura, hasta sus métodos didácticos, para que el profesor sea el protagonista en el proceso enseñanza-aprendizaje? Sin duda, el propósito no es nada sencillo.En la mayoría de las aulas el profesor cuenta con un sitio privilegiado que lo coloca siempre al frente de los estudiantes y en muchas ocasiones queda espacialmente por encima de ellos. ¿Será necesario también cambiar toda la infraestructura educativa, para que los alumnos sean el “centro” de su propio aprendizaje? ¿Cómo deben ser las aulas para que los estudiantes sean los protagonistas de su propio proceso de aprendizaje? ¿Bastará ahora, con decir, que ya no es proceso enseñanza-aprendizaje sino aprendizaje-enseñanza? El orden de las palabras por si solo ¿será la solución?La teoría socioepistemológica de la matemática educativa planteada por el doctor en matemáticas Ricardo Cantoral, señala que este problema es muy complejo. Para dilucidarlo hay necesidad de entender “los mecanismos que explican por qué hacemos lo que hacemos; y que norman y estructuran al aprendiz”. He aquí el siguiente cuestionamiento epistemológico: ¿qué nos hace hacer los que hacemos?Retomando el asunto del aula ¿quién inventó el aula? ¿cuándo se convirtió en el recinto y en la forma principal de la educación? No hay manera de precisarlo con exactitud, pero comparado con la existencia de la especie humana, con sus cuatro millones de historia evolutiva de la inteligencia y su aplicación en el aprendizaje, podemos suponer que el aula debe haber aparecido en el contexto de las sociedades agrícolas sedentarias, esto es, hace aproximadamente 10 mil años, que comparados con los cuatro millones de la evolución de la humanidad, es muy poco, ni siquiera el uno por ciento.Eduardo Malagón en su libro El espejo reflexiona: “El problema no se resuelve subordinando el sistema de significación del alumno al del referente –lo que hace lógicamente posible el entendimiento- como lo hace la enseñanza tradicional, ni subordinando el sistema de significación del referente al del alumno como lo proponen algunos enfoques participativos; es necesario fusionar ambos sistemas en un solo sistema de significación que resulte su síntesis”.Cuando la educación se rige por el polo de la enseñanza, la didáctica se entiende como el arte o la técnica del profesor. Pero ya no se trata de la manera de “transmitir” eficientemente conocimientos al que aprende, sino de cómo el sujeto que aprende, debe interactuar con la realidad para comprenderla.Por ello, si el proceso se asume desde el polo del aprendizaje, el contenido se refiere necesariamente a un determinado fenómeno de la realidad; puede tratarse de un fenómeno de orden mental, social o físico, de un fenómeno simple o complejo pero siempre se trata de un determinado fenómeno de la realidad. Y entonces el problema de la didáctica consiste desde esta perspectiva en el problema de cómo puede ser comprendido el fenómeno por el sujeto que aprende. Pues la comprensión de cualquier fenómeno, es necesariamente una construcción por la inteligencia y es la inteligencia de quien lo aprende: sin esta construcción carece de sentido hablar de aprendizaje.La misma historia del conocimiento, nos demuestra que es la propia realidad la que ha indicado las vías para su comprensión, por ejemplo, el aprendizaje de la gestión de una empresa no se rige por el capacitador ni por el empresario, se rige por la lógica de la economía en que se inserta la empresa.En su libro Malagón comenta: “…enseñar no es transmitir; tampoco, algo ni remotamente similar a ‘llenar recipientes’. Quiero pues reiterar que, lejos de tales simplificaciones, aprender es ante todo un acto en el que el individuo construye y reconstruye explicaciones sobre la realidad, al propio tiempo que construye y reconstruye su inteligencia: su cerebro mismo”. jshv0851@gmail.com







