En la elección del domingo pasado, para renovar el Congreso Local de Coahuila, el abstencionismo  alcanzó el 60.14 por ciento. Esto ha motivado diferentes reflexiones. Para profundizar el análisis de este fenómeno, van las siguientes observaciones. Primero precisaremos qué es la abstención electoral. “Abstención (es.wikipedia.org/wiki/Abstención), en ciencia política, es el acto por el cual un potencial votante en unas elecciones decide no ejercer su derecho al voto ( … ), el representante está presente en la votación pero no vota. En ambos casos, el sujeto se atiene al resultado del voto de los electores que sí votaron”.Por otra parte, los estudiosos nos hablan de abstención voluntaria o involuntaria. Y de abstención pasiva o sociológica: provocada por la propia falta de interés en la Política en general, y de abstención activa o ideológica: considerada como un acto político de rechazo a la legitimidad del sistema político. En este último caso en ocasiones se considera como abstencionistas también a los votantes que emiten voto en blanco o nulo.Enrique A. Alcubilla, nos dice que “no hay una única clase de abstención electoral, ni una explicación única. El examen de las distintas clases de abstención nos permitirá abordar detenidamente sus causas. En primer término, cabe señalar la existencia de una abstención técnica o estructural motivada por razones no imputables al ciudadano con derecho a voto: enfermedad, ausencia, defectos de la inscripción censal, clima, alejamiento del colegio electoral, etc. Existe asimismo el abstencionismo apático, motivado por la ley del mínimo esfuerzo y el abstencionismo cívico, en el que el ciudadano participa en el acto electoral pero sin pronunciarse a favor de ninguna de las opciones políticas en pugna, para lo que emite el voto en blanco”.En el contexto democrático los niveles de abstención varían notablemente de país a país. El nivel de abstención desciende notablemente en aquellos países que establecen el voto obligatorio. Dejamos unos ejemplos de América Latina: En Perú o Argentina, no obstante la obligatoriedad del sufragio, el abstencionismo electoral ha llegado en las presidenciales de 1995 al 27 por ciento y al 21por ciento, respectivamente, y Uruguay al 18.9 por ciento en las elecciones presidenciales de 1994, sobrepasando con creces las cifras de otros países en los que el voto es también obligatorio como Chile (9.5 por ciento y 9 por ciento, respectivamente en las presidenciales y legislativas de 1993). Los niveles más altos de abstención los ofrecen dos países de sólida tradición democrática como Estados Unidos (alcanzando el 51.2 por ciento en las presidenciales de 1996, y el 51.8 por ciento en las legislativas de 1988), Suiza (con un 51.9 por ciento en 1979 y un 57.8 por ciento en 1995) y Japón (con un 41 por ciento en 1996).En Coahuila, en ésta elección de 2014, el PRI obtuvo 460 mil votos. En las elecciones de presidentes municipales en 2013 fueron 440 mil; en 2012 el tricolor alcanzó 400 mil y en 2008, 423 mil. De acuerdo con los votos obtenidos por el PAN, en ésta elección apenas llegó a los 160 mil, en cambio, en 2013 la cifra es de 365 mil. Lo que significa que al blanquiazul se le cayó la elección en casi 200 mil votos, mientras que podemos decir que el PRI mantiene sus datos electorales de las últimas tres elecciones. En consecuencia, lo que podemos observar es que hay una abstención ideológica en contra del PAN, de ello queda una pregunta: ¿es abstencionismo o caída del voto panista, pues el PRI mantiene sus votos, al igual que con niveles de participación entre el 55 y el 60 por ciento?La competencia por los diferentes puestos de elección entre los partidos políticos contendientes en el proceso del pasado domingo, muestran el nivel de aceptación ciudadana de cada instituto político.Los resultados electorales evidencian que contar con más partidos políticos no ha contribuido a elevar la participación político-electoral. Que entre otras cosas para disminuir el abstencionismo requerimos de un sistema de partidos competitivo y con credibilidad. Cada partido político, en menor o mayor medida tendrá que reformarse no solo para beneficio de ellos, sino también para fortalecer la democracia electoral, a la par que se consolide un movimiento ciudadano, que forme ciudadanos conscientes de cumplir con su responsabilidad cívica para elegir a sus representantes.