La educación es pública y privada, por tanto un maestro puede ser de institución pública o privada. La experiencia de haber sido maestro en ambas instituciones me permite evaluar cuál es la mejor educación que reciben los alumnos serios que acuden a las aulas por más conocimiento científico.
A su vez el maestro tiene grados académicos que le dan nivel de enseñanza, capacidad para poder transmitir los conocimientos tanto adquiridos en el aula como en la vida profesional. Un maestro es completo cuando la experiencia laboral la combina con la sabiduría académica. Esto le permite dar ejemplos reales que se viven en la vida, ya se experiencias de éxito o de fracaso, que son las más enseñan. Un maestro también es completo cuando se nutre de sus alumnos o sea que no solo llega al aula a decir sus apuntes en hojas ya descoloridas por el tiempo y que pocos le ponen atención.
Un maestro vive experiencias de todo tipo y según sea el grado padece de trampas que seres ajenos a las aulas le ponen por razones personales y sobre todo de celo. No es lo mismo un maestro con doctorado bilingüe titulado, con amplia experiencia en el campo profesional, que un aspirante a licenciatura que nunca ha trabajado. Sin embargo puede tener mejor suerte un baboso de este nivel que usa mañas y relaciones que el otro preparado y más calificado. Se da mucho en la educación privada.
Un maestro que deja de ser atento con los coordinadores académicos que asignan los cursos cada semestre con criterios mediocres, pues reciben sueldos mediocres, por ser gentes mediocres y trabajan en instituciones privadas mediocres, donde la educación es mercancía o negocio de paga y pasa, puede ser víctima o presa fácil de una injusticia de estos seres en la mayoría de casos como los ya descritos.
No es el prestigio de la institución la que da el crédito al alumno, sino que son los maestros respetables que imparten sus disciplinas que les corresponden y que estudiaron para obtener sus grados académicos. Hay muchos charlatanes dando clase si saber que no saben y quieren enseñar a los que no saben y quieren saber. Son estos engañados para su desgracia.
Como maestro con el más alto grado académico siente una gran seguridad en lo que afirma, en lo que pregunta y sobre todo en lo que investiga cuando las cosas cuestionadas por los alumnos no la saben. Ser un genio de una materia es ser un ignorante en la mayoría. Sobre todo el mal esta en creerse genio del saber.
El mayor reconocimiento al maestro viene de sus alumnos, de aquellos que aceptan ser mejores que uno, dejando el complejo de genio intelectual a un lado y permitiendo que las nuevas generaciones superen a las actuales. Es algo complejo y difícil de aceptar por los actuales mentores.
El muy satisfactorio cuando los alumnos le piden al maestro permiso para permanecer en contacto con él por diferentes razones. Mucho más que la institución quiera que una siga siendo profesor de paso sin prestaciones, antigüedad o seguridad social. Suele ser tratado como mercancía por un tiempo.
Es bueno ser maestro cierto tiempo pero malo ser maestro todo el tiempo. Aburre la rutina de la enseñanza si esta no se combina con la mudanza de alumnos cada ciclo escolar. Frescas las mentes nuevas que llegan un ímpetu juvenil interesante para el guía académico que con responsabilidad enseña lo que aprendió y sobre todo domina en su disciplina. Hay muchos maestros que dan clases sobre temas que no conocen y solo usan el verbo distractor para aparentar que enseñan y en realidad solo distorsionan.
Muchas enseñanzas se lleva un maestro de cada alumno y de cada institución. Buenas y malas costumbres se tienen en una disciplina como la enseñanza que su medula más importante es un maestro competente y hábil no para cobrar colegiaturas, ni pasar ni acreditar al que pague como sucede en muchas partes que se llaman universidades internacionales. Un mar de fondo hay en esto.