Reformas, reformas y más reformas“Hay que vivir como si fuéramos inmortales…” Mario Benedetti Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia(Mario Benedetti), tiene un poema titulado “Como si fuéramos inmortales”, en él, le escribe a la vida, a la manera en el que él cree que uno debe vivirla, ser entregados en ella, no caer en la indecisión, en la melancolía, ver hacia delante, disfrutar las victorias (que no son eternas) y aguantar las derrotas, la envidia y otros males (que tampoco son para siempre), el significado de lo que para él es la inmortalidad.Hay muchas maneras de vivir como inmortales, pero lo más importantes no es solamente vivir de esa manera, si no (valga la contradicción), morir como inmortales, es decir, que aún después del ocaso permanezcamos de alguna manera en la memoria de la gente, como recuerdo inmortal, como alma omnipresente por nuestras acciones, por nuestro verbo.El 2013, primer año del nuestro mandatario nacional, Enrique Peña Nieto, pareciera que ha leído a Benedetti, pues está viviendo como inmortal y quiere seguir siendo inmortal en la historia nacional con actos en breve tiempo.En este primero ciclo, sólo hemos escuchados reformas, reformas y más reformas, pero no “reformitas”, reformas de primer nivel, como la energética, la financiera, la educativa, la laboral y la política, ¿tanto cambio es adecuado?Siempre he sido crítico en la manera en que los mexicanos queremos arreglar todo a base de leyes, es decir, cuando existe un problema se crean o modifican leyes, cuando muchas veces lo que se debe cambiar o mejorar es la política social o la mejora en programas ejecutivos.En general, creo que las reformas son buenas, en papel se ven muy interesantes, buscan modernizar el Estado-nación y tienden a un progreso en diversos aspectos. Más hago dos críticas.Primera, son reformas de suma importancias todas y cada una de ella, de peso político, económico y social. No son cambios a leyes secundarias, son cambios de primera mano, cambios fundamentales en la constitución, por lo que creo que, por el peso de cada una de ellas, es algo abrupto “aventar” todas en la licuadora de un golpe, eso también trae sus consecuencias (muchas al mismo tiempo), mismas que el Presidente se encuentra lidiando con ellas.Segunda, en el caso de la reforma política, la democracia perfecta sin duda es el respeto de la voz del pueblo, en otras palabras, la reelección ilimitada, a mi me gusta la figura de la reelección, si la gente quiere tener por mucho tiempo a algún representante, debería ser permisible, al igual si quiere removerlo. Pero, ¿México es un pueblo culturalmente apto para la reelección de sus representantes? Me permito citar un fragmento de una carta escrita por Jefferson al Marqués de Lafayette en 1817: “Nuestros hermanos del sur, analfabetas y pisoteados por sacerdotes, no se encuentran listos para la independencia. Si se hallasen de pronto libres del yugo español, caerían en el despotismo militar y se convertirían en los instrumentos asesinos de las ambiciones de sus respectivosBonapartes”. Tenemos que ver la historia de nuestro país, por algo fue tan importante el famoso “sufragio efectivo, no reelección” de Francisco I. Madero.El 2013 fue un año muy difícil para EPN, recibió al país en una situación complicada, desgastado políticamente, un pueblo incrédulo y desesperanzado, más las intenciones del mandatario nacional han sido buenas y positivas, definitivamente ha sido un Presidente atrevido, de vanguardia, el problema es el desgaste de querer hacer tanto en tan poco tiempo, como buen guerrero o cazador tiene que reconocer los momentos perfectos para atacar el objetivo, espero que las reformas sean en pro de la profesionalización y la democracia perfecta, y no se traduzcan en abuso o retención de poder.







