Las graves confesiones de Guillermo Valdés Alexia Barrios G. La nota está en todos los medios nacionales, pero La Jornada la resumió de manera clara este 27 de noviembre: “El gobierno de Felipe Calderón creó centros de fusión de inteligencia en el país con apoyo de Estados Unidos, como parte de su estrategia para enfrentar el crimen organizado, y en algunos de ellos también participaban agencias estadunidenses, dijo uno de los ex funcionarios clave en materia de seguridad de la administración anterior”, el ex director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), quien desde hace más de un mes trae un intenso activismo y fuerte equipamiento mediático –del círculo consentido de comunicadores calderonistas– para promocionar su libro “Historia del narcotráfico en México”. Quien esto escribe, desde el pasado mes de octubre publicó en SDPNoticias que fue Valdés el que aceptó los ahora famosos grupos de fusión, en la columna Espionaje y presuntos traidores a la patria: “Se queja Valdés, el encuestólogo de que se ha focalizado la seguridad al combate al narcotráfico, cuando durante su gestión en el CISEN fue precisamente lo que hizo: narcotizó el trabajo de inteligencia, y peor aún, bajo el auspicio de la CIA le dio prioridad a los grupos de fusión (para las operaciones de inteligencia de agentes estadounidenses en México). “Más todavía, Valdés mantuvo una superestructura sumamente costosa por encima de la estructura básica del Centro, a pesar de que fue uno de los principales cuestionamientos realizados hacia sus antecesores. Ni qué decir de los sueldos de sus ‘súper asesores’, que según las fuentes, tenían lugar privilegiado el economista multifactorial Macario Schettino y el hoy teórico de seguridad, Alejandro Hope”. Conforme pasan los días, Guillermo Valdés sigue cometiendo errores y es omiso a su deficiente trabajo por él y sus asesores –hoy críticos infalibles del peñanietismo— en la inteligencia del pasado sexenio. ¿Qué hizo y qué no hizo, el ex director del CISEN? Veamos esta amplia reflexión que me facilitó el tener contacto con algunos destacados ex integrantes de las corporaciones antes mencionadas, cuyos nombres omito por razones de su seguridad personal. Guillermo Valdés mantuvo una superestructura sumamente costosa por encima de la estructura básica del Centro, a pesar de que fue uno de los principales cuestionamientos realizados hacia sus antecesores. Nada de eso ha explicado a sus amigos de los medios de comunicación. En inexperiencia como funcionario público, pero no ingenuo, incrustó en áreas importantes de toma de decisiones a personas que carecían de experiencia profesional y laboral en el ramo, generando enconos con las estructuras interna y externa del propio CISEN. Hacia los últimos años de la administración calderonista, fue necesario apuntalar la estructura del CISEN con personas de experiencia como: Monte Alejandro Rubido García, quien muy poco pudo hacer para recuperar y operar áreas sustantivas y representarlos en los grupos de coordinación interinstitucional (Homicidios, Armas y Explosivos, Secuestros, Precursores Químicos, entre otros). A pesar de que el Partido Acción Nacional y sus administraciones presidenciales fueron las principales promotoras del denominado Servicio Civil de Carrera o Servicio Profesional, al interior del CISEN esto no fue respetado y por el contrario, personas con vasta trayectoria profesional en el ramo fueron desechadas, so pretexto de no cumplir con los nuevos requerimientos institucionales, que en muchas ocasiones se resumió a tener título de alguna universidad privada, como el ITAM, por ejemplo. De hecho, hoy en día algunos funcionarios de la Administración Pública Federal se han visto limitados para poder hacer cambios estructurales en algunas áreas, producto del Servicio Profesional porque el sexenio de Calderón, dejó a muchos militantes del PAN bien afianzados con sus bases del servicio profesional. Aunque supuestamente fue un acuerdo gubernamental, Valdés Castellanos hizo préstamos de plazas a otras instancias de la Administración Pública Federal, como el Sistema Nacional de Seguridad Pública, con el afán de mantener ascendencia en la toma de decisiones. ¿Dirá algo su libro al respecto? Nada. Al respecto, a través de Luz del Carmen Díaz y otras funcionarios de nivel relativo, modificó y administró los criterios de evaluaciones de control de confianza, los cuales alteraron significativamente los perfiles de puesto en las corporaciones de seguridad pública a nivel estatal y municipal, provocando la salida de un importante número de funcionarios que abrieron mayores áreas de oportunidad a la delincuencia organizada. Quien informa de esto, reitera que hay muchos frentes abiertos a la seguridad nacional con este defecto heredado por Guillermo Valdés y sus subalternos. La mayor de las contradicciones se ubica actualmente en el tema de lacontrainteligencia, en el que hoy se cuestiona el espionaje y filtraciones utilizadas por el gobierno de Estados Unidos hacia funcionarios y candidatos diversos en México. La pregunta directa es ¿qué CISEN no sabía? ¿Qué hizo y por qué no hizo? ¿O recibió instrucciones de no hacer? En cualquier caso, la polémica debería recaer en Guillermo Valdés, quien él y sus ex asesores ahora se quieren lavar la cara con baños de pureza y de valentía contra la presente administración. La publicación del libro “Historia del Narcotráfico en México” evidentemente está cargado de datos que se obtuvieron de fuentes institucionales, validadas o no por fuentes afines al CISEN, y si el autor lo niega, sin duda, está cayendo en una auténtica falsedad de sus dichos en el texto de marras. No debe pasarse que un hecho similar en cualquier otro gobierno, de México o el mundo, sin duda, colocarían a Guillermo Valdés a enfrentar procesos administrativos y penales ante instancias como la Policía Federal y la PGR por estar lucrando personal, intelectual y económicamente con información de inteligencia que pertenece al Estado mexicano no a un particular. En cualquier caso, éste y otros personajes que trabajaron en los aparatos de seguridad y procuración de justicia están violando cláusulas y documentos de confidencialidad que, casualmente, se hacen firmar a todos los integrantes de la dependencia, así como otros textos que limitan e inhiben su participación en eventos políticos de cualquier naturaleza como los electorales, y mucho menos en exponer a un público masivo lo que se consideran secretos de Estado. Eso, al menos, habla de un problema de ética. alexiabarriossendero@gmail.com

              





